Punto y Aparte/Enrique Rivera
Los graves niveles de violencia son visibles para el gobierno federal y los gobiernos estatales, sólo cuando los hechos afectan a extranjeros o existe alguna repercusión más allá de nuestras fronteras. Es imposible ocultar la tierra debajo de la alfombra. La violencia afecta a todos los que nos encontramos en México, aunque poco les importe a las autoridades.
No obstante, sí les molesta que seamos exhibidos a nivel internacional y que otros gobiernos tomen medidas contra México, como la suspensión de la exportación de aguacate y mango michoacano a los Estados Unidos.
Pero más allá de los discursos y reuniones para recuperar el envío de frutos, el problema de fondo no se soluciona.
Lo más simple es pedir que no vengan inspectores estadounidenses y que haya inspectores mexicanos. Sí, para ocultar hechos y que no salga de aquí lo que ocurra.
Y como no dejarán de venir funcionarios extranjeros, el gobierno federal enviará cientos de elementos de la Guardia Nacional para cuidarlos, así como nos cuidan al resto de los habitantes. Lo verdaderamente grave es minimizar la violencia y cuestionar las decisiones de gobiernos extranjeros antes de reconocer la crisis de seguridad en el país. modificar la estrategia de seguridad que no ha pacificado a México.
A estas alturas poco nos importa a los ciudadanos si la Guardia Nacional es parte o no del ejército. La militarización del país realmente dejaría de ser relevante si se frena la ola de violencia sin que nos cueste nuestros derechos.
Terminar con la impunidad debería ser prioridad antes que ofrecer amnistías y abrazos a la delincuencia.
Definitivamente el cambio que urge en el poder judicial debe impactar en el cumplimiento de las leyes, más allá de los intereses y más allá del poder.
No queremos más discursos ni promesas. Necesitamos que los responsables de los delitos sean detenidos, enjuiciados, sentenciados y que paguen por su crimen. Los ciudadanos merecemos recuperar la tranquilidad que alguna vez tuvimos…