Reflexión navideña/Paulino Lorea
El Partido Revolucionario Institucional, autodenominado nuevo PRI, pero sólo porque el viejo PRI se transformó en Morena, ha demostrado porque la gente no votó por su candidata a la presidencia de la República, Xóchitl Gálvez, quien, aunque ciudadana, cargó con todo el lastre que significa el hegemónico partido político durante 70 años y que hoy regresa a sus peores mañas, esas que retomaron y potenciaron los cuatritransformadosseguidores de AMLO.
En una Asamblea Nacional más amañada que juego de la liga meme-x, el dirigente nacional priista,Alejandro Moreno, otrora apodado Alito y que ahora conocen más como Vandalito, montó en cólera contra los pocos que osaron negarse a aprobar las reformas a los estatutos del partido para que pueda reelegirse ocho años más al frente del tricolor, hasta el año 2032, o hasta agotar existencias como dicen en algunas ofertas, porque, al paso que van, dudo mucho que el PRI sobreviva alas elecciones intermedias del 2027.
El conclave del Revolucionario Institucional fue en sí un desgarriate desde su concepción misma, porque cuando llegaron los delegados nacionales ya llevaban la consigna de levantar la mano y dejarlaarriba, como brazo de santo, para aprobar cuanta ridiculez se le ocurriera a Alejandro Moreno, en tanto que en el exterior del foro los disidentes, aquellos que si están avergonzados no sólo de su dirigente, sino también de los miserables resultados obtenidos por su partido en las más recientes elecciones, buscaban la manera de entrar para manifestarse.
El caos se desató, precisamente, cuando al negarles la entrada a la asamblea, los priistas inconformes terminaron por romper una puerta de cristal para entrar atropelladamente al recinto y gritar a voz en cuello “No reelección, no reelección”, esto pese a que el muy campechano líder del tricolor (campechano por su origen, no por conchudo… Bueno, un poco también) asegurara que quienes entraron también lo apoyaban y seguramente las metadas de madre eran su forma de expresar ese apoyo.
Sin embargo, cuando digo que Vandalito tiene una concha más grande que la de una tortuga ninja, no es porque estuviera tranquilo, no, nada de eso, al contrario, se mostró molesto, agresivo, rabioso y acusó a los que no estaban con él de ser paleros del actual régimen morenista, cuando, pareciera que, quien le está haciendo el trabajo sucio a López Obrador es el mismo Vandalito, al darle la puntilla al PRI, acabando con lo que queda de él.
Pero eso no es todo, se envalentonó al grado de amenazar con expulsar del partido a personajes muy representativos del priismo como Dulce María Sauri, Manlio Fabio Beltrones, Pedro Joaquín Coldwell y Enrique Ochoa Reza, a algunos de los cuales inclusive acusó de estar relacionados con la muerte de Colosio y, en una de esas, hasta de los ya sistemáticos terremotos de cada 19 de septiembre.
No, definitivamente, el PRI no es una opción, si es que alguna vez lo fue, pero tampoco lo es Morena, un PRI con otro nombre y otra piel, con todo lo peor que representó durante siete décadas el Revolucionario Institucional, pero recargado porque, en el afán de darle gusto a un sólo hombre, están llevando al país a la ruina.
Sólo nos queda esperar que las radicales reformas que buscan eliminar los contrapesos para tomar también el control del Poder Judicial y no sólo del Ejecutivo y del Legislativo, logren frenarse por algún milagro que no consigo hoy vislumbrar pero que más que nunca necesitamos los mexicanos y vaya que somos un pueblo de fe, una fe que depositaron más de 30 millones de mexicanos en un proyecto que nos tiene sumidos en la peor crisis de violencia de la historia, aunque repitan a gritos lo contrario.
Pero retomando el tema original de esta columna, sólo me queda escribir que, a partir de ahora, el PRI se escribirá diferente, cambiando el orden de sus siglas por RIP.