Genio y Figura/ Francisco Buenrostro
Llenar las calles de militares, marinos y elementos de la guardia nacional, no es nada diferente a la estrategia de Felipe Calderón hace 18 años, cuando el entonces presidente decidió la guerra contra el narcotráfico.
Hoy no hay una sola entidad sin fuerzas armadas que patrullen calles, avenidas y carreteras. Cientos de elementos armados avanzan sin cesar por las vialidades, atentos a reaccionar ante cualquier hecho violento.
Si, hay grandes diferencias entre el México de 2006 y el de este 2024. Aquel año un presidente reaccionaba a la creciente ola de violencia y decidió atacar al narco con militares. Entonces vimos que los de verde olivo también combatían y no solo apoyaban a la sociedad en desastres naturales.
La violencia engendró más violencia. La siguiente administración no cambió la jugada y Enrique Peña Nieto dejó a los militares en las calles como la mejor estrategia destinada al fracaso.
En su campaña, Andrés Manuel López Obrador restregaba el fracaso y prometía regresar a los militares a sus cuarteles. Aseguraba que esa estrategia era un fracaso y prometió pacificar al país con una nueva corporación civil comandada por un mando civil.
Casi seis años después, México vive su peor crisis de violencia. No hay una guerra contra el narcotráfico, porque los grupos del crimen organizado están en su propia guerra. Las víctimas colaterales son cientos de miles y los homicidios cada mes logran un nuevo récord histórico.
En pocas palabras es la misma estrategia de hace casi 18 años, con un fracaso más contundente, con un narco más fuerte, más impune, más tecnológico y con más poder. Por otro lado, las autoridades están más divididas, las fuerzas federales actúan solas sin coordinación con corporaciones estatales y municipales, que cada día están más abandonadas.
No cambiará nada con que la guardia nacional sea de la Sedena, si los elementos solo sirven para contar casquillos y levantar indicios. No hace falta una fuerza de reacción que no reacciona. Urge que piensen en la prevención y la coordinación entre todos los niveles de gobierno con la sociedad. No nos hacen falta los discursos en los que presumen inteligencia cuando es evidente que es lo que menos tienen.