El valor de la crítica/Federico Berrueto
La charla que tuvo Steve Jobs en la Universidad de Stanford me impactó (la encuentras en YouTube); en ella toca tres temas; el primero: “La conexión de eventos”, el ¿Cómo?, eventos del pasado se relacionan con tu presente y tu futuro. El segundo tema habla sobre el amor que le tuvo a su empresa “Apple” y como la perdió y la recuperó, habla: “Sobre el amor y la pérdida”. En el tercero habla sobre: “La muerte”, y se refiere a ella de esta manera: “Nadie quiere morir; ni siquiera las personas que quieren ir al Cielo quieren morir para llegar ahí. Sin embargo la muerte es el destino que compartimos. Nadie ha escapado de ella y así tiene que ser; porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. Retira lo viejo para dar lugar a lo nuevo…”
Un asunto que ha llamado mi atención sobre el tema, es la diferencia cultural en la forma de abordar la muerte entre Oriente y Occidente; en Occidente nos entristecemos por la pérdida (Hasta damos el pésame), en cambio en el Oriente y en algunas culturas indígenas y ancestrales festejan la partida de un ser querido. En tanto en occidente nos entristecemos porque ya no le vamos a ver, en el oriente se alegran de haber tenido la fortuna de haber compartido vida con ese ser querido,… cosas de las culturas… Lo que a los occidentales nos debería llevar a reflexionar sobre el sentido de entristecernos ante lo inevitable; la lógica me dice que razonable sería ver la muerte sin sufrimiento, como algo natural… ¡No!, no es que no entienda ese sentimiento de pérdida, ya lo viví al morir mis abuelos y mis padres, lo que quiero decir, es que de forma paralela a ese sentimiento, podemos añadir recuerdos e imágenes que nos alegren. En mi caso, a la nostalgia le acompaña una agradable sensación de continuidad; no son pocas las veces que en momentos de paz y tranquilidad, en carretera y sobre todo ante situaciones de tensión y de problemas ¡Me acuerdo de mi abuelo!, como si estuviera presente, de hecho imagino un diálogo con él y podría decir que “escucho” sus respuestas y consejos. En esos momentos, a las conclusiones que llego no son mías solamente, estas están influidas con la memoria del abuelo y de sus formas de ser y pensar; en otras palabras, mi abuelo que murió en 1962 sigue presente en mi memoria y en mi vida, lo que me ayuda y me trae alegría y paz interior…
Hablando sobre el tema de mi muerte, le escribí alguna vez a mí hijo, comparto: Hijo mío: Cuando yo muera no quiero que entristezcas, no hay razón ni tiene sentido perder un día de tu vida con lloriqueos infructuosos; mi aspiración y deseo como padre, es que estando yo vivo o muerto, tú seas feliz, y un evento que es natural e inevitable no tiene por qué alterar nada; al contrario, el día que yo falte, preocupémonos ambos de tener suficientes anécdotas y experiencias compartidas llenas de aventura, ternura y amor para que en lugar de luto tengas una fiesta con amigos y familiares, en donde el eje sea la remembranza y recordatorio de lo compartido entre tú y yo (como fiesta de excompañeros de escuela)… Preocupémonos entonces, hijo mío, de acumular vida compartida de manera tal que el día que yo falte, no carezcas de material ni de historias divertidas de la relación entre un hijo y un padre que se amaron en vida y se siguen amando después de esta, para poderlas compartir con todos.
Finalmente y para dejar el tema de lado y dedicarnos a vivir intensamente cada día, hijo mío, te comparto que la muerte no me da temor; de hecho me da curiosidad: saber qué pasará después de abandonar esta vida y dejar el cascarón, me apasiona, con la pasión y curiosidad infantil que algún día tuve para tratar de entender cómo, con el vuelo sin sentido de una mariposa, estas llegan a su destino. Por cierto, ya que no creo en las historias que me cuentan, ni en las descritas por las religiones, a partir de que sé que la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma, sabiendo que cada uno de nosotros somos energía, espero con curiosidad el día que viva esa experiencia. En tanto, como diría el poeta: “En vida hermano, en vida…” compartamos lo que tengamos que compartir para forjar una historia de amor que será solo nuestra y base de nuestra relación, memoria e historia…
Un saludo, una reflexión.