Club León es el rey del marketing
Muchas cosas del actual León no existían en aquel 1944 cuando se fusionaron la selección de Guanajuato y la Unión de Curtidores, para crear el Unión León, que marcaría para siempre la vida de los leoneses.
Se convirtió muy pronto en referente de identidad, motivo de presunción y termómetro de la vida económica y social de la ciudad cuerera, desde aquel triunfo 5-3 sobre “El Equipo del Pueblo”, el Atlante, que le dio la bienvenida en la Liga Mayor de entonces.
No había transporte oficial, ni utilería de sobra y llegaban a pie o en bicicleta a cambiarse en rudimentarios vestidores; y, a veces, ni eso.
La gente, de pronto, comenzó a ufanarse de las victorias de ese grupo de muchachos que alegraba a su naciente afición.
Por ahí perdido en interiores, se consignaban en “La Opinión del Centro” los triunfos deportivos de los Verdes. “El Sol De León” y “El Heraldo”, no eran todavía ni proyectos.
Poco a poco, de boca en boca, comenzaron a sonar nombres como los de Alfonso Montemayor, Adalberto “Dumbo” López, Antonio Battaglia, Marcos Aurelio, y más tarde Carbajal, gracias a los triunfos que llegaron en racimo: Campeón de Campeones en 1947-48 y 48-49. 55-56, 70-71 y 71-72.
La gente adoptó como suyos a esos ídolos y los perpetuó en su memoria. Se hablaba de ellos como si de verdad fueran de la familia.
Cada generación a lo largo de ocho décadas está identificada con uno o varios jugadores de cada época. Las historias personales las resguardan abuelos, padres, madres, hijos e hijas.
Ese cariño fuera de serie impidió algún daño mayor en las dos visitas al infierno que sufrió el equipo.
La primera muy breve en la 89-90 y la segunda, demasiado larga, eterna, que concluyó en el 2012.
Diría doña Yolanda Vargas Dulche: Ochenta años de “Lagrimas, risas y amor”