Genio y figura/Francisco Buenrostro
“En busca de la felicidad, III”
Uno de nuestros lectores preguntó: “¿Por qué nos cuesta tanto trabajo ser felices?, a veces creo que soy solo yo, pero luego veo que le pasa a la mayoría que son felices un momento y después ya no”.
En respuesta enumeramos una lista de diez razones que consideramos los principales motivos de la infelicidad. En artículos anteriores comentamos las primeras dos razones:
1. Somos infelices porque no ponemos atención a la vida cuando sucede, en el momento presente y,
2.- Somos infelices porque no somos conscientes de nosotros mismos y no nos damos cuenta que la felicidad tiene que ver con nuestra esencia como seres humanos, con nuestra propia espiritualidad.
No olvidemos que somos seres espirituales teniendo una experiencia terrenal y no al revés Y recordemos: esto no es un concepto religioso, es una realidad metafísica (“Metafísica: Parte de la filosofía que trata del ser, de sus principios, de sus propiedades y de sus causas primeras).
Otra de las razones por las que no logramos alcanzar el estado de felicidad, es que:
3.- ¡No aceptamos la realidad! y luchamos en contra de ella. Parece irónico y absurdo, pero cuando lo piensas, te darás cuenta de la permanente queja en tu vida respecto a las circunstancias que te rodean: Mi pareja, hijos, amigos, familia o compañeros de trabajo no hacen lo que yo quiero o no son como yo quisiera, de hecho yo no soy como quisiera, soy alto o chaparro, gordo o flaco; además, el clima no es el ideal; ganó el equipo contrario; se descompuso el auto; el transporte no llegó a tiempo; no me pagan lo que valgo; nadie comprende cómo me siento; etc.
La lista es interminable, cada momento que vivimos en la vida, está rodeado por un entorno de realidad, por personas y circunstancias, tanto sociales, como económicas o naturales, que tienen influencia en nuestras vidas.
La realidad es la realidad, punto; es lo que es y hay lo que hay. No hay forma de matizar la realidad porque la vida es como es, nos guste o no. Faustino Castro (qpd), uno de nuestros maestros a quien hemos citado en un par de ocasiones, nos recordaba con frecuencia: “Luchar contra la realidad es infantil”.
Podemos encontrar innumerables citas al respecto de esta enseñanza en la mayoría de las culturas y en distintas épocas. El discípulo le preguntó al maestro:
“-Maestro, ¿cuál es el secreto de la felicidad?…
-Cooperar incondicionalmente con lo inevitable”, le respondió.
Hay dos cosas que podemos controlar en nuestras vidas: nuestros pensamientos y nuestras acciones. Cuando aceptamos esto, aceptamos la realidad como es y en lugar de luchar contra ella y quejarnos tomamos una actitud diferente ante la vida, que lleva implícita la aceptación de la realidad como es y define nuestra posibilidad de modificarla o de adecuarnos
¡Es nuestra decisión pasarla bien! Lo que hay que recordar de manera permanente es que: ¡Hay que ser felices a pesar de las circunstancias y no a causa de ellas!, y que ésta, es una decisión personal.
Otro de los motivos que impide que seamos felices es que ¡construimos expectativas! Esperamos milagros o que se den situaciones que no van a suceder. Este punto es una mezcla de dos factores anteriores que ya vimos: No estamos viviendo en el momento presente (ya que crear una expectativa es una ilusión proyectada en el futuro) y no aceptamos la realidad (los hechos). Si sólo controlamos nuestras acciones y pensamientos y lo que esperamos que suceda depende de alguien o de algo más, sencillamente estará fuera de nuestro control, luego entonces puede o no suceder como lo esperamos.
El problema es que cuando no suceden las cosas como esperamos, nos quejamos, nos enojamos y comenzamos a hacer responsables a los demás (o a la mala suerte) ante la impotencia de no tener control sobre lo que queríamos que sucediera; pero, cuando las cosas suceden como queríamos, entonces somos “felices”.
¿Te das cuenta que vivir la vida de esta manera es una sentencia a la infelicidad permanente? Vivir así significa que si tenemos suerte de que suceda lo que queremos seremos felices y si no, pues no. Para que quede claro, vivir así deja tu felicidad al azar, a la suerte. Una manera de reducir las probabilidades de que las cosas no salgan como queremos, es actuar y hacer lo conducente, dentro de nuestras posibilidades ¿y después?, después aceptar la realidad y aprender de ella.
El problema no es tener expectativas, es humano ilusionarse o imaginarse situaciones agradables o que nos gusten, o esperar ciertos resultados en la vida, el problema radica en no comprender que en la vida, no todo está en nuestro control, como no lo están (ni deben estarlo) los amigos, la pareja, los hijos, familiares, jefes, empleados, servidores públicos o quien sea que interactúa con nosotros y como no lo están el clima, las enfermedades y el entorno político.
La invitación respecto a este tema es que debemos aceptar y recordar que en la vida muchos resultados son inesperados, lo puedes ver con una actitud de queja (lo cual no va a cambiar la realidad que no te gusta) o puedes tener una actitud más positiva y pensar que la vida es una sorpresa, en la que ocasionalmente puedes incidir si piensas y actúas de forma inteligente… ¡Así de sencillo!
Recuerda, si quieres que platiquemos sobre una situación en particular, escríbenos a: [email protected], con gusto te atenderemos.
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores