Licencias/Norberto Gasque Martínez
“En busca de la felicidad, IV”
Continuamos con el tema: ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo ser felices?
Ya hemos comentado los primeros cuatro motivos de infelicidad, de una lista de diez: 1.- No somos conscientes de nosotros mismos; 2.- No vivimos la vida cuando sucede, en el momento presente; 3.- No aceptamos la realidad y luchamos contra ella; 4.- Creamos expectativas.
La siguiente de las razones y en particular una de las que nos generan mayor confusión, es que: 5.- Creemos que la felicidad es algo que obtenemos y es externo a nosotros… ¡No es así!, ni las cosas ni las personas pueden brindarnos la felicidad que buscamos.
Recordemos que la felicidad es un estado de nuestra mente en el que influimos directamente de manera consciente, es una actitud que tenemos ante la vida y sus eventos, es una forma de sentirnos que depende de nosotros y no debe depender de las circunstancias. ¡No se puede comprar, no se puede adquirir, no nos la puede dar alguien! La felicidad tiene que ver con la forma como reaccionamos y la actitud con la que nos conducimos ante los sucesos de la vida y en nuestras relaciones. Comentamos alguna vez que, si la felicidad se pudiera comprar, todos los ricos serían felices, y eso no pasa. Cuando resolvemos con dinero un problema o una circunstancia de la vida, nos puede dar satisfacción o generar sensaciones positivas como tranquilidad, paz o disminuir el estrés al resolver una necesidad, pero no nos da felicidad; inclusive, cuando en nuestras vidas tenemos oportunidad de contar con objetos nuevos, ya sean necesarios o no, desde un pequeño antojo como nuestra primer bicicleta, hasta algo más simbólico y grande como tener una casa nueva, un auto o un negocio, la sensación de euforia y alegría eventualmente se desvanece y lo que era nuevo se vuelve cotidiano, ¿no es así?; lo que demuestra que, en última instancia, no son los objetos quienes nos pueden llevar a un estado de felicidad, como tampoco lo puede hacer el dinero (aunque su carencia es estresante). De forma natural, las cosas nuevas nos generan una sensación de alegría pasajera; ya sea un trabajo, realizar una actividad nueva o comprar un auto, lo nuevo generalmente nos motiva, cambiamos la rutina y se revitaliza nuestra vida temporalmente, lo cual es grato y es parte del vivir. Emocionarnos, aventurarnos o disfrutar algo nuevo está bien. Disfrutar es parte de la vida y una aspiración natural, sólo hay que hacerlo con desapego, o sea, que cuando hay se disfruta, pero cuando no hay no debe generar conflicto alguno ni hacernos infelices; solo recordemos: nuestra felicidad no puede ser adquirida, ya que es algo interno en nosotros y al fin de cuentas es una decisión personal que no vas a encontrar en el exterior.
¿Y qué hay respecto a las personas que nos hacen felices?, eso nos lleva al siguiente de los motivos de nuestra lista, causantes de la infelicidad: 6.- Creemos que para ser felices necesitamos a alguien. ¿En realidad es así, las personas nos hacen felices, o somos nosotros quienes tenemos una reacción de felicidad ante las personas? Las personas no nos hacen felices, nosotros nos sentimos felices con las personas, pero es algo que sucede dentro de nosotros, no es algo que la otra persona nos da. Puede ser que nos sintamos alegres y contentos cuando las conductas o acciones de otras personas coincidan con nuestros deseos y expectativas, pero ¿qué pasa cuando no es así?, la misma persona que me hacía feliz ahora me hace infeliz ¿cierto? Pudiéramos apostar que todos hemos vivido esta dualidad en nuestras relaciones personales, ya sea pareja, hijos, familia o amigos, a veces nos sentimos bien respecto a ellos y en ocasiones no, lo cierto es que la felicidad nada tiene que ver con los demás ya que, como dijimos, ser feliz es una decisión personal y no debe estar condicionada como reacción a situaciones externas. ¿Te has fijado que cuando alguna persona hace algo, hay quienes se sienten bien al respecto y hay quienes se sienten mal en función de cómo les afecta esa acción? Esa es una manera de no ser felices, depender de otros o de lo que otros hacen… Lo sabemos, somos seres sociales lo que nos conduce a vivir en sociedad, a tener pareja, formar familia, tener hijos y grupos de amigos. Compartir nuestras vidas contribuye a nuestro desarrollo personal y social, pero al final del día, la vida es un viaje individual que realizamos solos ¡Entendamos!, cada uno de nosotros somos seres completos, que nos enriquecemos de forma maravillosa al compartir nuestra vida con otras personas, pero ojo, nuestra felicidad no depende más que de nosotros… ¡Así de sencillo!