Trump y la élite de redes sociales/Jorge Robledo
Imposible que la mayoría de los votantes norteamericanos no conocieran las insuficiencias personales de quien escogieron como presidente. La votación obtenida no sólo registra la mayoría de los votos de los blancos, particularmente masculinos, también una adhesión significativa en los jóvenes, hispanos y los de color. Como aquí, con López Obrador y después con Claudia Sheinbaum obtuvieron el apoyo de las clases medias, abrumador en las zonas rurales. Los presidentes de ahora llegan al poder con un aval considerable de la población y, en nuestro caso, ese respaldo se mantiene o acrecienta a pesar de los malos resultados en ejercicio del gobierno.
Los ciudadanos votan no por la persona, sino por lo que representa. En los primeros años del gobierno de López Obrador se preguntaba en encuestas si creían que el presidente hablaba con apego a la verdad; la mayoría respondía que no. Aun así, una proporción importante de incrédulos apoyaban al mandatario, una expresión inequívoca de cinismo social. Algo semejante ocurría con las encuestas de desempeño, reprobaban al gobierno, pero apoyaban a quien lo presidía.
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