
Nada es insuficiente
La imposición de aranceles del 25% a productos mexicanos de parte del gobierno de Estados Unidos, es una medida que afectará bastante al desarrollo de las mujeres en el ámbito laboral y sectores económicos, aunque éste sea un tema invisible.
El encarecimiento de productos y reducción de inversión dejaría un estancamiento del crecimiento económico, reduciría oportunidades de empleo en sectores clave, aumentaría la precarización laboral, así como las desigualdades estructurales para las mujeres.
Afecta directamente a los compromisos de género del Tratado de Libre Comercio (T-MEC) y al menos otros dos compromisos del gobierno de México para romper brechas salariales y laborales para mejorar la calidad de vida de mujeres.
Los compromisos de género en el T-MEC son: no discriminación en el empleo y la ocupación, promoción de la igualdad de género en el trabajo, prevención y atención de la violencia y acoso laboral y cooperación internacional para la equidad de género.
El T-Mec en su última etapa logró incorporar la perspectiva de género, en la que México implementaría Iniciativa de Paridad de Género (IPG) con el objetivo de acelerar la integración igualitaria de las mujeres a los sectores económicos del país, esta iniciativa consistiría en una alianza público–privada que permitirá la adopción de políticas públicas y de prácticas empresariales inclusivas para cerrar las brechas económicas de género en las posiciones de trabajo y en las remuneraciones de los sectores esenciales para la economía, para lograr una mejor recuperación económica pospandemia.
Pero todos estos compromisos no se han cumplido, de acuerdo con el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), en la última década, la participación económica de las mujeres en México aumentó de 43% a 46%, según el INEGI, pero esta cifra está por debajo del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la cual alcanza 67%, esto significa que si no hay voluntad para incorporar a las mujeres, a México le tomaría 56 años alcanzar la tasa de participación económica que hoy tienen estos países.
Por ello y con todo el panorama actual, suena complicado reducir la brecha salarial y laboral, los aranceles limitarían el ingreso de mujeres a empleos formales y mejor remunerados y además, incentivarían la desigualdad de género al aumentar la precarización y reforzar su papel en el trabajo no remunerado y precarizado.
Pero aun sin los aranceles del 25% este pendiente no lo ha resuelto el país, como los otros dos compromisos que son los de la Agenda 2030 y los Objetivos del Milenio, en éstos últimos México señala en su apartado tres el compromiso por “Promover la igualdad de los géneros y la autonomía de la mujer”.
Hay que recordar que las mujeres y niñas constituyen la mitad de la población mundial y, por tanto, también la mitad de su potencial.
Con datos recientes, el Índice Global de Brecha de Género de 2024 señala que, México ocupa la posición 109 de 146 respecto a la participación y oportunidades económicas donde solo el 46% de las mujeres participan en la economía.
En cuanto a los salarios, de acuerdo con la organización “México cómo vamos”, en el primer trimestre del 2024, el ingreso laboral fue de 9 mil 781 pesos, pero las mujeres ganaban 8 mil 624 pesos frente a los 10 mil 555 pesos que ganaron los hombres. Mientras que en la informalidad, ellas percibieron 5 mil 762 pesos y ellos 7 mil 743 pesos. Esa es la brecha salarial que afecta a las mujeres y las que se mantienen empleadas es desde la informalidad, sin protección social y todo esto aumenta por factores como la maternidad y labores de cuidados.
El próximo sábado es 8 de marzo, el 8M, Día Internacional de la Mujer, también lo podemos conmemorar reconociendo que el crecimiento económico de un país debe ir acompañado de una participación equitativa entre mujeres y hombres, así como fortalecer sus derechos laborales, porque relegarlas y no aprovechar sus talentos, capacidades y conocimientos también genera algún tipo de violencia.