
Hablando en Serio/Santiago Heyser Beltrán
Claudia Sheinbaum no solo fue a la cumbre del G7 como invitada: asistió como la presidenta de un país que ha aprendido a sobrevivir entre las potencias. Su presencia marca un punto de inflexión en la política exterior: México ha dejado de ser un espectador periférico para insertarse en la discusión global con identidad propia. El escenario no era menor.
Un mundo en guerra (Ucrania, Medio Oriente), con Donald Trump desafiando los acuerdos multilaterales, y con el orden internacional en vilo. En ese contexto, México entró al salón de los poderosos, no como subordinado, sino como representante del Sur Global. Un país que, pese a sus contradicciones, puede mediar, aportar y equilibrar.
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