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GUANAJUATO, Gto., 22 de julio de 2025.- La discriminación de las mujeres en el mercado laboral sigue siendo una realidad latente, a pesar de los avances observados. Así lo señaló el doctor Lari Arthur Viianto, profesor-investigador del Departamento de Economía y Finanzas de la Universidad de Guanajuato (UG), quien enfoca su investigación en la microeconomía y la toma de decisiones individuales o empresariales ligadas a la educación y el mercado laboral, con un énfasis reciente en la discriminación por género en la educación superior.
El doctor Viianto, de origen finlandés, explicó que, si bien la educación suele mejorar las oportunidades laborales, las decisiones en la educación superior a menudo se guían por las experiencias de generaciones previas y las redes de interacción social. Aunque en la mayoría del mundo la participación de hombres y mujeres en la educación superior es relativamente equitativa, una brecha histórica femenina persiste, con muchas mujeres optando por no acceder a oportunidades educativas en el pasado.
En cuanto a la discriminación de género en el ámbito laboral, el doctor Viianto destacó que casi todas las naciones muestran una brecha salarial, donde las mujeres continúan percibiendo menores ingresos que los hombres en puestos equiparables, lo cual tiene profundas implicaciones sociales.
En México, los datos más recientes indican que esta brecha se mantiene en un 15 por ciento. Además de la disparidad salarial, la menor participación laboral de las mujeres agrava la desigualdad, ya que muchas mujeres mexicanas no ingresan al mercado debido a responsabilidades de cuidado familiar o tareas domésticas, quedando financieramente dependientes y sin ser consideradas desempleadas.
El sistema educativo es un factor clave. A pesar de que la cantidad de mujeres cursando estudios universitarios es similar o incluso superior a la de hombres, una formación académica avanzada no garantiza la inserción laboral. Persiste una estigmatización de ciertas profesiones por roles de género, como la predominancia masculina en ingenierías o la predilección femenina por ciencias relacionadas con el cuidado. El experto también advirtió sobre la autodiscriminación o el techo de cristal que enfrentan las mujeres en ascensos, a menudo rechazando puestos superiores por la presión que implica combinarlos con responsabilidades familiares.
Un aspecto alarmante es la discriminación hacia mujeres jóvenes sin hijos durante los procesos de contratación, debido a la posibilidad de futuros embarazos, favoreciendo a hombres o mujeres que ya han sido madres. Esta barrera afecta a una gran cantidad de jóvenes egresadas en busca de su primera oportunidad laboral profesional. El Dr. Viianto también mencionó el sesgo de género en la difusión informal de ofertas laborales, donde se suele contactar primero a hombres, lo que contribuye a que las mujeres enfrenten tasas de desempleo más altas y periodos de búsqueda más prolongados.
Para revertir esta compleja situación, el profesor enfatizó la necesidad de fortalecer los marcos legales que buscan la equidad entre hombres y mujeres, incluyendo medidas como permisos de paternidad obligatorios, no solo un derecho. A nivel social, el Dr. Viianto subrayó la importancia de normalizar las tareas compartidas en el hogar, mostrando a las nuevas generaciones un modelo de corresponsabilidad.
“Si se crece viendo que los padres comparten de manera efectiva, la percepción será distinta”, afirmó el investigador, quien también abogó por educar a niños y niñas sin distinciones de género en juegos y actividades, tanto en casa como en las aulas. Aunque el camino es largo y no hay una respuesta única, observar lo que ocurre en sociedades con mayores niveles de igualdad puede guiar el progreso. “La dinámica está mejorando, mas queda mucho camino por recorrer”, concluyó el Dr. Viianto, haciendo hincapié en que la influencia más importante para estos cambios sigue siendo la familia y el círculo cercano.