
Tolerancia cero/Paty Sánchez
Reivindicando a los villanos
Como ya muchos de mis lectores saben, aunque llevo más de 38 años dedicado al periodismo, otra de mis grandes pasiones es el cine y es por eso que en esta entrega me decantaré por escribir sobre esos personajes que en las películas son igualmente odiados que temidos, pero sin los cuales no habría conflicto y, por tanto, tampoco historia que contar, me refiero, obviamente, a los villanos.
Justo en un momento en que la industria cinematográfica está pasando por una crisis, sobre todo en lo que al cine de superhéroes se refiere, quiero recapitular a algunos de estos siniestros personajes, pero también analizar sus motivaciones, que, por perversas y malignas que parezcan, tienen una razón de ser, un origen y un sustento, al menos cuando están bien escritos.
Empezaré por Thanos, un titán que tiene como principal objetivo acabar con la mitad de la existencia en todo el universo, arrasando en el camino con millones y millones de seres humanos y extraterrestres también. Sin duda algo terrible, pero cabe destacar dos cosas, la primera que lo hacía, según lo justifica él mismo, con la intención de que aquellos que quedaran vivos pudieran tener los recursos necesarios para subsistir sin restricciones ni carencias.
Además, de que lo haría, aparentemente, sin ninguna distinción de clases sociales, raza u origen… Pero, quién vio la saga de The Avengers sabe que no desapareció a ninguno de sus secuaces tras el chasquido de sus dedos con el guantelete del universo, portando las seis gemas del infinito, con el cual desapareció al 50 por ciento de la existencia en el universo.
Un caso más reciente pertenece también a Marvel, me refiero a Galactus, quien les hace la vida de cuadritos a los Cuatro Fantásticos (cinco, más bien) y que es conocido como el devorador de mundos. Y es que, con el apoyo de su emisario Silver Surfer, interpretado en la más reciente entrega por una mujer (porque la inclusión va) se ve obligado a destruir planetas, ya que Galactus tiene un insaciable apetito por comerse completitos los mundos que le va presentando en el menú del día su chalán plateado, pero no porque él quiera, sino que es algo que se sale de su control, a grado tal que en la película Primeros Pasos necesita dejar en su puesto a un personaje de reciente creación (guiño) pero del cual no daré más detalles para evitar spoilers, pero porque esa sería la única forma de que pueda dejar de destruir todo lo que se encuentra a su paso, algo que no lo hace feliz.
Otros casos son el de Magneto, de los X Men, quien tenía como único objetivo proteger a su raza mutante, defender sus derechos ante los irracionales humanos que los ven como una amenaza, porque si algo sabemos hacer es atacar todo lo que no entendemos y que es diferente a nosotros. Aun así, a lo largo de las diferentes cintas de esta saga, salva más de una vez a la humanidad, demostrando que no es el malo de malolandia que nos pretendían hacer creer.
Loki, el dios de las mentiras, es también un buen ejemplo, porque, si bien fastidió a su hermano adoptivo Thor para quedarse como soberano de la mítica Asgaard, lo cierto es que, al final, se sacrificó al permanecer solitario por siempre en el trono del tiempo, para evitar el colapso de todo (ese sí fue spoiler de la segunda temporada de la serie de TV de Loki, pero sería el colmo que no la hubieran visto ya en Disney Plus).
Ya ni hablemos de los antihéroes como Venom, que pasó de ser el villano de Spiderman, para protagonizar su propia trilogía, muy buena por cierto, en la que el simbionte no duda en sacrificarse, en más de una ocasión, para proteger a su huésped y amigo Eddy Brock, haciendo más por la humanidad que muchos superhéroes de membrete que lucen en la pantalla planos, huecos, desdibujados.
Quiero concluir señalando que, si bien pareciera muy trivial el tema de esta semana, más que tratar de reivindicar a villanos de los comics y las películas, lo que intento explicar es que nadie, absolutamente nadie, es completamente malo, ni completamente bueno. Todos los seres humanos tenemos claroscuros, nuestro Yin y Yang. Somos lo que somos y así es como debe de ser.