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TIERRA BLANCA, Gto., 26 de agosto de 2025.- El doctor Erik Díaz Cervantes, químico y profesor del Departamento de Alimentos de la Universidad de Guanajuato (UG), ha recibido un estímulo económico por 1 millón de pesos por parte de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti), esto para el desarrollo de un proyecto de ciencia básica con impacto directo en la industria agroalimentaria.
La investigación se titula Detección de organofosforados de interés agroalimentario a través de biosensores de fibra óptica funcionalizada con nanocompuestos, encabezado por el profesor desde el Centro Interdisciplinario del Noreste de la UG (CINUG), en el municipio de Tierra Blanca, y con la colaboración de investigadores adscritos a otras instituciones de educación superior.
El inicio de este proyecto se remonta al comunicado gubernamental durante el sexenio presidencial anterior para sumar investigaciones en torno al glifosato, organofosforado que se aplica convencionalmente como pesticida en cultivos, mismo que está aprobado con ciertos límites por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en Estados Unidos y, hasta 2023, por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) en México, pese a los reportes de daños a la salud a largo plazo, aun en pequeñas cantidades.
Existen diversos tipos de organofosforados empleados como pesticidas en la agricultura, los cuales suelen tener un gran rendimiento económico, explicó el investigador. Por ejemplo, un litro de metil paratión puede disolverse hasta en mil litros de agua con una cobertura en una a tres hectáreas, pero su toxicidad es alta afectando tanto la salud humana como el medio ambiente, pues se mantiene presente en hortalizas y otros frutos.
El trabajo del Dr. Díaz Cervantes al respecto comenzó hace un año y medio, en colaboración con el Doctor Gonzalo Ramírez García, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y responsable del Biofunctional Nanomaterials Laboratory (BioNaMat), del Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA), en la Unidad Juriquilla (Querétaro). A lo largo de un año sabático, exploraron la detección del glifosato y otros compuestos orgánicos mediante el uso de nanocompuestos, así como fibras ópticas funcionalizadas.
Desde 2018, el investigador universitario se había adentrado en el empleo de la fibra óptica para la detección de metales pesados y el uso de sensores de temperatura y humedad, esto en colaboración con el Dr. Daniel Vázquez Jáuregui, del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), en Baja California.
“Hay pocos reportes en la literatura científica sobre la manera en que lo estamos trabajando. Nosotros hicimos un modelo computacional inicial de las fibras y vimos las interacciones químicas con base en simulaciones computacionales, las cuales se fundamentan en todos los conocimientos que hay alrededor de la química cuántica y la química teórica computacional. Después de este estudio inicial de todas las interacciones, posteriormente nos vamos al laboratorio, hacemos la modificación de las fibras, después realizamos caracterización microscópica. Posteriormente, lo pasamos a los colegas para la parte del sensado”, explicó el investigador.
Hasta el momento, ha desarrollado algunos dispositivos con apoyo de colegas de la UNAM, el CICESE y estudiantes tesistas. También cuenta con la colaboración del Dr. Vicente Rodríguez González, del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica; el Dr. Juan Faustino Aguilera Granja, del Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; el Dr. Carlos Cortés García, de la Universidad Michoacana, y el Dr. Alejandro Islas Jácome, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. En cuanto a colegas en la UG, se tiene el apoyo del Dr. César Ozuna López, el Dr. Marco Antonio García Revilla y el Dr. Juvencio Robles García.
El primer impacto que se busca con este proyecto, señaló el investigador, es el desarrollo de ciencia básica: “Hacerlo es un lujo actualmente en México; generar conocimiento, explicar cómo funciona exactamente a nivel molecular, seguido del desarrollo de dispositivos y la posible gestión de patentes para comercialización, además del contacto directo con el sector primario. Hasta el momento, se ha tenido colaboración con el Instituto Estatal de Capacitación para ofrecer cursos en apoyo a la población que trabaja el campo y sectores agroalimentarios”.
En cuanto al estímulo de la Secihti, señaló que esta es la primera vez que se le otorga luego de haberlo solicitado en tres ocasiones previas. “Tengo compañeros que llevan 15 años trabajando en universidades públicas y no les ha tocado. Realmente es un reconocimiento muy gratificante y estoy aquí dispuesto a trabajar, a echar a andar y continuar la investigación en el noreste de Guanajuato”, comentó.