Sabores/Ale Maldonado
Hace unas semanas llegó un sujeto a la empresa donde laboro. Preguntó al vigilante por mí. Insistió. Dijo que tenía un asunto personal conmigo. Yo no estaba. Salió una compañera a atenderlo. Él insistía con que le dieran mi teléfono o mis datos. Portaba un morral y llegó en una bicicleta. Mis compañeros le negaron la información, porque existen cláusulas de protección de datos personales. Él insistió molesto y soltó una amenaza. Entonces ya estaban ahí afuera tres personas haciéndoles frente. Él muy molestó se fue y aseguró que vigilaría hasta encontrarme. Él aún no llega, pero esa visita fue suficiente para activar protocolos de seguridad.
Revisamos los contenidos del noticiero. Sí, soy muy crítico con el gobierno y eso molesta a mucha gente, pero a otras no. Hoy los molestos son más intolerantes y reaccionarios. Los gobernantes son más irrespetuosos, groseros y hasta exhiben a quienes les molestan sin pudor y violando las leyes. No pasará nada. Pero sí pasa.
Cada opositor del gobierno o cada persona o periodista crítico es un enemigo para ellos. No importa si el trabajo periodístico es profesional y se presenta con sustento. El enemigo debe ser acabado y desde el poder se motiva a que cualquiera lo haga. Y en un país donde solo se resuelve uno de cada 100 delitos, es muy probable que hasta los ilícitos más graves queden en la impunidad. Ya nadie tiene miedo de que se aplique la ley.
Y si desde el púlpito de palacio nacional se viola alguna ley, entonces el crimen es totalmente permitido y hasta avalado por el pueblo bueno y sabio. No es violencia común la alarmante cifra de periodistas y defensores de derechos humanos asesinados en México. No es normal que México sea de los países más inseguros para cualquier persona. No es casualidad que un gobernante insulte a reporteros en sus ruedas de prensa. No es aislado que ataquen a políticos en cualquier evento con múltiples testigos. Sí, muy probablemente todo quedará en la impunidad.
Hoy ya no se miden los posibles daños. Hacer públicos datos personales y lo que ello arriesga no les importa. Exhibir sueldos, cargos, direcciones o teléfonos ha sido una práctica común que se avala desde el gobierno federal, sin importar las consecuencias. “No pasa nada”…