
Aeropuertos/Norberto Gasque Martínez
Resulta oportuno e imprescindible referirnos a las elecciones relativas a los miembros del Poder Judicial Federal celebradas el domingo 1 de junio próximo pasado, de donde podemos obtener diversas conclusiones, comentarios, críticas y hasta anécdotas chuscas.
Lo primero que se ha destacado en general por parte de los medios de comunicación y de diversos líderes de opinión, a excepción de los voceros del oficialismo en el Gobierno Federal, es el alto porcentaje de abstencionismo y apatía que hubo por parte de la ciudadanía, admitido por la propia Mandataria Claudia Sheinbaum, de un 87%; pero además habría que mencionar también el gran número de votos anulados y con inscripciones que iban desde expresiones de simple inconformidad hasta los insultos contra algunos personajes políticos muy conocidos. Pero como lo comentara en algunas entrevistas que pude observar y escuchar al escritor e intelectual Enrique Krauze, el punto toral y con el cual identificaríamos esta jornada electoral, que se ha insistido en denominar “histórica” (?), sería el del uso de lo que se ha denominado “acordeones”, consistentes en unas listas-guías con los nombres y los números de los candidatos a las posiciones para Ministros, para Magistrados de las Salas Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para Magistrados de las Salas Regionales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para Magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial, para Magistrados de Circuito y para Juzgados de Distrito, y así poder sufragar en las seis boletas que se entregaron a cada elector.
Recordemos que el instrumento musical consistente en el Acordeón, se pliega y se despliega a través de varios gajos que sirven para absorber e inyectar aire que al contraerse se expulse para dar el sonido del instrumento, regulándolo para obtener las notas musicales mediante las teclas y botones que son ajustables. Pues bien con esa descripción y a modo de metáfora, el señor Krauze en el video de su entrevista despliega uno de los múltiples acordeones que se repartieron días antes de la jornada electoral entre millones de militantes al parecer, según se dijo, del Partido Morena y efectivamente muestra cómo se desdobla y se vuelve a doblar fácilmente dicho documento cual si fuera un acordeón y allí venían por cargos, regiones y distritos los nombres y números de los personajes por quienes se debería de votar. También hacía alusión a que esta nueva forma de inducir el voto a los electores se sumaba a las antiguas formas de operar por el PRI cuando estuvo en la cúspide del poder, haciendo famosos aquellas “técnicas tramposas” conocidas como “el ratón loco”, “el carrusel”, “las urnas embarazadas” y otras, así que ahora el descaro de los llamados “acordeones” se suma a estas.
Todas estas circunstancias y a las personas que vi en las casillas votando con sus acordeones en mano me hicieron recordar mis 35 años de maestro en diversas universidades e instituciones donde impartí clases, incluyendo la Procuraduría General de Justicia de Guanajuato durante cuatro años, en la Universidad De laSalle, en la Universidad de León y principalmente en la Universidad Iberoamericana, en las cuales varias veces pillé a diversos alumnos en los exámenes parciales o finales, utilizando los llamados “acordeones” para poder copiar; empero puedo destacar uno que recogí a un alumno en 1987, hace 38 años, que aún conservo y no recuerdo si en este espacio ya me refrerí a ello, pero hoy resulta pertinente por el tema. Ese acordeón cuya fotografía pudiera hacerme el favor de incluir este prestigiado periódico en esta columna, lo enmarqué y lo exhibo en mi despacho porque constituye una verdadera obra de arte por si algún artista plástico se interesa, pues su elaboración fue de tal magnitud que en un pequeño recorte de hoja de 6 x 20 cm este muchacho cuyo nombre reservo, con una letra tan minúscula y tan clara que en ese breve espacio resumió todo el curso de Derecho Romano. Obviamente que al retirárselo y solicitarle abandonara el salón, se daba por un hecho que estaría reprobado.
Pero, ya en la quietud de mi hogar y al terminar de calificar todos los exámenes, revisé el acordeón que recogí a ese estudiante de Derecho y me puse a considerar y valorar que de todo ese esfuerzo de síntesis plasmado en ese acordeón, forzosamente algo tuvo que haber asimilado el alumno al elaborarlo, con extractos del libro de texto del Maestro Floris Margadant integralmente aludido. Y, amables lectores, me conmovió esa reflexión para dar una oportunidad a este estudiante a fin de que hiciera examen oral con tres preguntas y con dos que me respondiera acertadamente lo aprobaría. Así lo hice y le dio mucho gusto mi decisión y dijo que el día que quisiera examinarlo delante del grupo lo decidiera. Recuerdo que fue un lunes para darle oportunidad a que repasara el curso el fin de semana y respondió correctamente las dos primeras preguntas, corroborando mi presentemiento de que había aprendido gran parte al elaborar el propio acordeón y le otorgué la calificación minima aprobatoria.
Actualmente este ex alumno es un gran abogado, especialista y asesor en materia administrativa y conflictos de todo tipo de Seguros; así que, a veces los acordeones pueden hacernos llegar a un buen fin.