
Descomplicado /Jorge Robledo
La reciente cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en Tegucigalpa, no solo fue un encuentro de jefes de Estado: fue también el escenario donde emergió, con claridad y determinación, el liderazgo regional más sólido del presente latinoamericano. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, debutó en la arena internacional no con una postura defensiva o diplomáticamente tibia, sino con una agenda propositiva, estructurada y con visión de largo plazo.
La presidenta Sheinbaum no llegó a la CELAC a improvisar. Llegó con una idea clara: la integración regional no es una consigna ideológica ni una utopía romántica; es una estrategia urgente ante un mundo cada vez más inestable, fragmentado y competitivo. En tiempos donde muchos gobiernos latinoamericanos se repliegan hacia sus propios laberintos internos, la presidenta mexicana habló con claridad sobre comercio, migración, cooperación y geopolítica con una solvencia técnica y política que pocos líderes regionales pueden igualar.
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