
Cada libro conecta la ciencia con la sociedad: Ernesto Villanueva
En la historia contemporánea de México, pocos temas han sido tan decisivos, simbólicos y estratégicos como la soberanía energética. Desde la expropiación petrolera de 1938, encabezada por el general Lázaro Cárdenas, el petróleo no ha sido solo un recurso natural: ha sido identidad, bandera, Nación. Hoy, bajo el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, esa memoria cobra nueva vida.
El anuncio reciente de la presidenta, comprometiéndose a que Pemex será autosuficiente financieramente en 2027, no es una mera decisión administrativa. Es una declaración ideológica. Una afirmación política. Una reconexión con la raíz nacionalista que el cardenismo sembró hace casi un siglo. En sus palabras, en su tono, en sus convicciones, la presidenta ha dado señales inequívocas de que Pemex vuelve a ser palanca de desarrollo, no una carga fiscal.
Las coincidencias con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas son asombrosas. Durante décadas, el gran líder político de la izquierda mexicana sostuvo que la autonomía presupuestal de Pemex era condición sine qua non para su viabilidad. Que liberar a la empresa del yugo fiscal, reinvertir en refinación, proteger el patrimonio energético y transitar hacia energías limpias desde el Estado, eran tareas urgentes. Hoy, esas ideas —antes marginales— se han vuelto gobierno. Y no por decreto, sino por convicción.
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