
Crónica Cuevanense/Roberto Tamayo
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Estaba en el IMER en 1985, cuando mi amigo y maestro, José Garduño Gómez, me invitó a unirme al equipo de deportes en noticieros de Imevisión, donde la mayoría, eran puros amigos, tanto reporteros como camarógrafos.
Rápido me integré a la tropa con compañeros de la talacha diaria en las fuentes y como estábamos a muy prudente distancia de DeporTV, pudimos trabajar muy a gusto… hasta donde nos dejaron.
Recuerdo que estábamos en la cobertura de la Carrera Ciclista Frontera Norte, con Evodio Cruz y Memo Piedra “La María”, cuando ocurrió el sismo del 19 de septiembre. Nuestro jefe máximo era Joaquín López Dóriga y nos pidió, vía su noticiero de Radio Fórmula, mantenernos en el evento hasta nueva orden.
La instrucción nos llevó a realizar reportajes en las ciudades fronterizas de Estados Unidos, labor que nos mantuvo en el vecino país hasta casi mediados de octubre, cuando regresamos a la capital del país.
El terremoto, tal parece, afectó las estructuras administrativas de la televisora del Estado, porque “vaya usté a saber por qué”, no tardamos mucho en ser despedidos el buen Pepe y su servidor, por instrucciones de un superior al que, evidentemente, no le simpatizábamos.
Fueron días de incertidumbre y preocupación, porque no le quitan a uno una chamba, sino todo un estilo de vida.
Gracias a su excelente relación con don Guillermo Cañedo, en paquete -Garduño y yo- aparecimos más rápido que aprisa en el Centro de Prensa del Mundial de Futbol México 86, donde nos tocó atender a los mismos que nos echaron de la televisora del Ajusco; labor que desempeñamos con todo profesionalismo.
El licenciado Sergio Peláez, y Rodolfo Sánchez Noya estaban al frente de Comunicación y con ellos hicimos mancuerna para sacar adelante el compromiso, al lado de estudiantes recién egresados de universidades, que hoy en día son distinguidos profesionales en sus respectivos ramos y a quienes no menciono, porque no me gustaría olvidar a alguno.
Tras el Mundial estaba en la mira el regreso del Gran Premio de México de Fórmula 1. En la pausa el Fideicomiso de Obras Sociales para Campesinos Cañeros de Escasos Recursos (FIOSCCER) tuvo a bien invitarnos al parecito, -sabida y comprobada nuestra eficiencia- para que le manejáramos la comunicación de sus Juegos Cañeros.
Apadrinados por el ex portero nacional Pablo Larios Iwazaki, los mismos se realizaron en Oaxtepec, Morelos, y resultaron un éxito, tanto en participación de trabajadores de todos los ingenios azucareros del país, como en la difusión de sus actividades, lo que además de nuestros emolumentos nos valió una dulce felicitación.
Ya para entonces Pepe y yo pensábamos en armar un Doctorado de Manejo de Comunicación en Eventos Deportivos, cuando Rodolfo Sánchez Noya nos llamó para el Gran Premio de Fórmula 1, al que acudimos con un buen número de los entonces “chamacos” que nos echaron la mano en el Mundial.
Ahí, descubrimos gratamente que varios de ellos nacieron para la comunicación y logramos una marca increíble de boletines de prensa con contenidos varios, que fueron elogiados incluso por el staff de prensa que regularmente viaja con el evento por distintos países.
Todavía dependíamos de la torre de control del autódromo, donde periódicamente recogíamos impresos algunos de los mejores tiempos alcanzados durante las prácticas y también a la hora de la carrera.
Ese día, 12 de octubre de 1986, ganó el austriaco Gerhard Berger, el Gran Premio que significó el regreso de México al Gran Circo del automovilismo mundial.
En la rueda de prensa, ante una inexplicable rebelión del equipo de traductoras, el francés Alain Prost, quien se coronaría campeón ese año, salió al quite para hacer la traducción a los compañeros de la prensa internacional, en una muestra de sencillez pocas veces vista.
El Mundial, los Juegos Cañeros y el Gran Premio, representaron una gran escuela en un mundo en el que nunca dejas de aprender y que hoy se ve muy lejano ante el aprovechamiento de las redes sociales, que han cambiado todo.
Por aquel entonces, Garduño y su servidor nos consagramos en manejo de comunicación en justas deportivas; un año inolvidable en materia de organización de eventos sin redes, ni inteligencia artificial.