
Descomplicado/Jorge Robledo
Los países tienen los gobiernos que las sociedades permiten. Pueden equivocarse al momento de votar; las mayorías no son infalibles, lo que cuenta es el respaldo social durante la gestión. Puede suceder, como con las administraciones del pasado, que la pasividad o indolencia sean los sentimientos dominantes, sin que los malos gobiernos o malas decisiones generen mayor rechazo. Hoy es diferente. Hay una minoría activa muy convencida de qué se hace desde el poder y otra que vive en la complacencia. La primera va a las movilizaciones y es vociferante en redes, la segunda no es activa, pero está convencida de que las cosas están bien o, cae en la trampa de que se estaba peor en el pasado, con ello se excluye la exigencia sobre el presente. Ese segmento responde favorablemente en la opinión sobre la presidenta, no así sobre el actuar del gobierno.
En su colaboración de este sábado en Reforma, Peniley Ramírez refiere a una mujer que votó y trabajó en el gobierno de López Obrador en la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, quien, con otras 100 trabajadoras del mismo organismo, fueron despedidas de mala e ilegal manera, una quinta parte aceptó recontratarse con peores remuneraciones y encargos. Las historias se han divulgado. En alguna parte del artículo, la afectada dice “Esperábamos que la sociedad se escandalizara (con este caso), pero no ha sucedido”.
La nota completa en Quadratín Yucatan