Nuevos criterios de justicia de oralidad penal/Paulino Lorea
Ataques, descalificaciones y ausencia de propuestas viables para mejorar los sistemas de salud, educación y combate a la corrupción, fue la constante en el debate presidencial.
El país de Nunca Jamás es una lejana y exótica isla donde los niños no crecen y viven sin ninguna regla ni responsabilidad, pasando así la mayor parte del tiempo divirtiéndose y viviendo aventuras, cualquier semejanza con la realidad de las y el candidato presidencial es mera coincidencia.
En México la clase política ha vivido igual que en ese cuento creado por el escritor J. M. Barrie y, consecuentemente, las y los candidatos del momento lo replican.
Con ocurrencias y una fuente inagotable de dinero para resolver los problemas torales de este país, -que nadie dice de dónde saldrá más allá de vaciar las arcas de la nación-, las y el aspirante presidencial abordaron el primer debate.
Las y el aspirante siguieron -a medias- el guión que marcan los expertos. Claudia Sheinbaum, la candidata puntera de Morena y aliados intentó no engancharse con la ofensiva de Xóchitl Gálvez, quien colocó toda la noche como un uppercut (uno de los golpes principales en el boxeo), la idea de que Claudia (Sheinbaum) no tiene alma ni corazón, apelando al estereotipo de género que describe a las mujeres del poder como desalmadas, frías y calculadoras.
Aunque el libro de lo asesores políticos dice que si una o un candidato encabezan las encuestas con un margen tan holgado como presume el equipo de Sheinbaum, no debe desgastarse en revirar con ataques a la o el candidato más cercano, pero Claudia regresó por momentos algunas estocadas directas a Xóchitl, refiriéndose a ella como la candidata del PRIAN, lo que despierta sospechas de la verdadera distancia en la intención de voto entre ambas, aunque nada que encienda las luces de alarma en Morena, según casas encuestadoras serias.
El candidato de Movimiento Ciudadano pasó todo el debate como el entusiasta niño de la clase que quiere opinar pero que todos ignoran, hasta el reloj destinado por el INE para marcar sus tiempos de participación. Jorge Álvarez Maynez disparaba sus timidos ataques a las candidatas con el poder de una mosca.
Claudia propuso becas para estudiantes desde preescolar hasta secundaria, dijo que el 57.9 por ciento de la población acepta el IMSS-Bienestar, por arriba de la aceptación del programa del Seguro Popular en pasadas administraciones.
Xóchitl Gálvez cuestionó a Sheinbaum sobre su responsabilidad en casos como el derrumbe del colegio Rébsamen, durante el sismo del 19 de septiembre del 2017, que cobró más de veinte vidas de menores y adultos.
En esencia, la y el candidato de oposición desperdiciaron sus mejores argumentos que están en los casi seis años del gobierno que encabeza el presidente López Obrador y que Claudia Sheinbaum representa como la continuidad de las políticas púbicas de la 4T, con datos duros que dejan evidencia de que el número de pobres no ha disminuido, la calidad en educación no ha mejorado, el mal tratamiento de la pandemia por el gobierno federal dejó mas de 240 mil muertos, pacientes que podrían haber sobrevivido y, aunque no fue tema del primer debate presidencial, la violencia desbordante en México que ha secuestrado la tranquilidad de sus habitantes.
En la isla de Nunca Jamás los niños viven sin ninguna regla ni responsabilidad, como los gobernantes en México, que cada sexenio tiene sus propios escándalos pero nunca, o casi nunca, pagan los responsables.
También como en el país de Nunca Jamás Sheinbaum, Maynez y Gálvez prometieron la mejor presidencia de la historia.