Sabores/Ale Maldonado
Cinco centésimas dieron el triunfo al hombe más rápio del mundo en la prueba reina de las Olimpiadas, los cien metros planos. La medalla de oro fue para el estadounidense Noah Lyles, (9.79 segundos) en una final épica superando al jamaiquino Kishane Thompson.
“Citius, altius, fortius”: Más rápido, más alto, más fuerte, es el lema de los Juegos Olímpicos de la era moderna, concebidos por el barón Pierre de Coubertin, en 1894 en la Universidad de la Sorbona de París.
130 años después, los Juegos Olímpicos suceden de nuevo en París, en la ciudad luz, son un espejo de los nuevos retos del complejo y convulsivo mundo moderno en el que vivimos.
El primer reto fue blindar la justa deportiva de actos terroristas de grupos extremistas, principalmente por el conflicto israelí-palestino. Faltan siete días para que culminen y todo parece indicar que será un objetivo cumplido sin incidentes mayores.
Pero por otro lado se vivieron momentos importantes que nos recuerdan la grandeza del espíritu humano, como el primer oro para un país que nunca había ganado una medalla, con la velocista Julien Alfred de Santa Lucía en los 100 metros planos, o el regreso de Simone Biles, la gimnasta estadounidense que se retiró después de Tokio 2020 por problemas de salud mental y volvió para conquistar tres medallas de oro.
Otro caso fue del nadador francés, Léon Marchand, quien ya obtuvo cuatro medallas de oro y en la prueba de 400 metros combinados, destronó a Michael Phelps quien había mantenido el record desde el 2008.
Uno de los mometos más polémicos surgió después de la pelea de box entre Angela Carini e Imane Khelif, luego que la italiana se retiró a tan solo 46 segundos de iniciada la pelea y Khelif, boxeadora argelina fue señalada de presuntamente tener una ventaja biológica y haber nacido hombre, cuando en realidad es una mujer que tiene un nivel de testosterona más elevado.
También en los registros quedan el oro ganado por el veterano Novak Djokovic en tenis, y el caso del turco Yusuf Dikec, ganador de la medalla de plata en tiro mixto, quien dispara con una mano en el bolsillo y sin ningún tipo de accesorios.
Lo más destacado para México, son las cuatro medallas garantizadas hasta el momento, obtenidas a todo pulmón y por mérito propio. Medalla de bronce en tiro con arco para Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz.
El caso de Prisca Awiti, de madre mexicana, de padre keniano y nacida en Londres, quien sorprendió a México y al mundo al ganar la medalla de plata, primera que el país consigue en Judo. La plata para México en trampolín de tres metros, conseguida por Osmar Olvera y Juan Manuel Celaya, quienes fueron calificados de forma rigorista en su última gran ejecución, y una más para el boxeador Marco Verde Álvarez quien ya tiene asegurada medalla.
Ana Gabriela Guevara es la falla en el sistema, que afirma la regla de por qué México no avanza.
Los Juegos Olímpicos son la justa deportiva más importante de la humanidad y sinónimo de resiliencia. Más allá de la seguridad, o del momento glamuroso de la inauguración que tuvo como columna vertebral el Río Sena, lugar que inspiró decenas de obras de Van Gogh y otras más de pintores como Monet, Degas o Turner, lo que dejan las Olimpiadas, es el reto de mirarnos al espejo y volver a poner la mira en algo más rápido, más alto, más fuerte.