Punto y Aparte/Enrique Rivera
El diálogo con mi hijo, respecto a cómo abordar el tema de: ¿Cómo vivir?, derivó hacia nuestra naturaleza humana y me preguntó: ¿de verdad nuestra naturaleza es humana?…
Gamés lo leyó en el libro del coreano Byung-Chul Han titulado: “Quiebras del mundo de hoy”. Yo lo leí en Milenio en el artículo de Gil Gamés a quién doy las gracias: “Hoy corremos detrás de la información sin alcanzar un saber. Tomamos nota de todo sin obtener un conocimiento. Viajamos a todas partes sin adquirir una experiencia. Nos comunicamos continuamente sin participar en una comunidad. Almacenamos grandes cantidades de datos sin recuerdos que conservar. Acumulamos amigos y seguidores sin encontrarnos con el otro. La información crea así una forma de vida sin permanencia y duración.”
Sin duda la realidad que nos plantea Byung-Chul Han no parece describir a un humano, de ahí que quizás debamos preguntarnos: ¿Qué somos, quiénes somos?; ¿somos seres biológicos o somos seres espirituales?, ¿somos solo carnita o tenemos también un alma?, ¿solo tenemos un cerebro que opera o somos una dualidad en donde por una parte está la razón y por la otra un “Yo” (o una consciencia) que monitorea, evalúa y hasta controla a la razón y a nuestros pensamientos?… En tanto no dilucidemos esto, hablar de cómo vivir sin saber realmente como somos, parece prematuro.
La reflexión es profunda y reconozco mi limitación para sacar conclusiones; sin embargo el sentido común y la incompleta (hasta hoy) evidencia científica, aunados a mi convicción de que la Ley Natural es una buena guía, me conducen por el camino que se sustenta en la bilogía y en la razón, es decir, veo la consciencia como un estado elevado de la capacidad de razonar o de analizar y tengo la convicción de que es nuestro cerebro desarrollado el que nos permite, a diferencia de los animales, tomar conocimiento de nuestras acciones, reflexionar respecto a las cosas o los sucesos reconociendo nuestra realidad y relacionándonos con ella; así como tener la capacidad, mediante un acto psíquico, de reconocernos a nosotros mismos en este mundo… Aunque según Facebook y las nuevas tecnologías, nuestra humanidad se reduce a ser seres programables a los que se les puede inducir que pensar, que creer, que comprar y a quién amar, es decir, somos seres manipulables, simples consumidores desechables a los que hay que dirigir para mantener el “sistema” y enriquecer a unos cuantos.
Si tomamos el camino de la religiosidad, nada hay que decir, simplemente hagamos los que se nos dice, como se nos ordena y tendremos ganado el paraíso y nuestra alma eterna estará bien por siempre (dicen los elegidos <¿?>)… Sin embargo, si decidimos tomar el camino de la razón, entonces hay una tarea que hacer que implica esfuerzo y quizás dolor, pero que será altamente gratificante y dará sentido a nuestra vida al tomar, de facto, el control de nosotros y por consecuencia la responsabilidad de nuestras acciones y decisiones.
Quizás, para explicarme, diré que estamos ante la disyuntiva de vivir despiertos o de vivir dormidos, de asumir la responsabilidad de nuestras vidas o de dejarnos llevar por los dogmas, algoritmos y verdades de quienes parecen y dicen saber más y aspiran a dirigirnos. Como no creo en seres superiores, en poseedores de la verdad, ni en elegidos, el camino de la “razón” es mi camino y empieza por cuestionar todo, por preguntarnos todo, por pedir evidencia de todo; el camino de la razón, en mi opinión, es el camino natural del ser humano, tiene como motor la curiosidad y el legítimo deseo de entender las cosas al tiempo que da sentido a la vida para que en el espacio de tiempo que tenemos entre el nacimiento y la muerte, conozcamos, pensemos y entendamos esto que llamamos vivir y seamos consecuentes con ello aprovechando nuestro tiempo de vida para, valga la redundancia: ¡Para vivir! Dicho lo anterior, estimado lector, te invito a ¡Despertar! y a ser dueño de tu vida dejando de idiotizarte por las redes sociales, la televisión, las estructuras políticas y las religiones cuyo interés es el poder y el control, ya que tú, para el sistema y para quienes buscan controlarnos: ¡Eres desechable!… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Sr. & Santiago Heyser Jr.