Mujeres Empoderadas/ Paulino Lorea
¿De qué se trata la vida?, I
¿Cuál es el propósito de la vida humana
¿Cuál es el objetivo? ¿Cuál es la razón de existir?; lo ideal sería encontrar una respuesta universal y atemporal que tenga sentido para todos los seres humanos
¿Por qué la universalidad?: porque el pertenecer todos a la misma especie, somos uno, independiente de la diversidad humana y de nuestra propia individualidad.
En otras palabras, todos, con un mismo origen por ser humanos, tenemos un propósito común y una misma razón de existir y consecuentemente necesitamos una respuesta con sentido que nos ilumine y nos satisfaga.
Como consecuencia, no caben en la respuesta factores de diferenciación como: la cultura, edad, sexo, época histórica, clase social, educación o creencias personales, incluidas las deidades y religiones; ya que estas variables son personales y al ser cada uno único y distinto, romperían con el principio de universalidad.
En adición, muchas de estas variables son opiniones, percepciones y creencias que nada tienen que ver con la realidad o con nuestra humana naturaleza.
Por ello, usaremos la inteligencia y la razón como herramientas de análisis y buscaremos que las ideas y las respuestas derivadas de ellas tengan un grado de evidencia, estén apoyadas en el sentido común y sean lógicas.
Desde nuestro punto de vista, tener un objetivo claro en la vida nos permitirá alinear nuestros pensamientos y acciones, de forma que cada cosa que hagamos contribuya a nuestras vidas y el sentido de ellas, logrando sinergia (RAE: Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales), esto nos dará fortaleza, impulso, confianza y certeza, nos hará sentirnos bien y nos ayudará a mantener un estado de felicidad constante, objetivo final, desde nuestro punto de vista, de esta aventura maravillosa que es nuestra vida.
Empecemos: al ser parte de una especie conformada hoy por 7.9 mil millones de humanos habitando en la misma casa, entiéndase planeta tierra, al encontrar el sentido, las similitudes y las coincidencias respecto a nuestras vidas, tendremos la oportunidad de construir formas de asociación que sustentadas en el respeto a la vida, den como resultado una convivencia armónica.
Al tener una tarea compartida con objetivos comunes, las formas de relacionarnos sentarán las bases para que todos, familia, amigos, vecinos, nuestra comunidad y las comunidades nacionales e internacionales, podamos vivir en paz y así cada uno, en nuestra propia individualidad, alcanzar nuestra propia plenitud de personas y por ende ser felices.
Lo primero es observar quiénes y cómo somos (temas tratados en artículos anteriores), ser introspectivos, reflexionar y poner atención usando nuestra mente e inteligencia para darnos cuenta que lo que somos en última instancia, valga la redundancia, es lo interno (nuestra esencia, nuestro yo) y no lo externo (entorno y medio ambiente).
Cuando uno observa con atención y tomamos distancia de nuestros pensamientos y creencias, dejamos de identificarnos con ellos, se clarifica que somos seres espirituales teniendo una experiencia terrenal y no al revés, o sea, seres terrenales teniendo una experiencia espiritual.
Somos algo más que animales racionales, pero ojo: no es necesario practicar una religión o creer en una deidad para darnos cuenta, solo necesitamos observarnos.
De hecho, es nuestra opinión que religiones y deidades meten ruido y distorsionan nuestra humana naturaleza al pretender, con medias verdades o mentiras completas, todas inventadas, imponernos dogmas y creencias que solo tienen vida en la mente de sus inventores, a los que identificamos en las diferentes épocas de la historia humana, como ¡Casta sacerdotal!, vivales que apoyados en el miedo y la ignorancia, inventan dioses y preceptos que condicionan nuestro actuar y buscan, para su beneficio, conducir nuestras vidas desde la niñez, basados en un adoctrinamiento inmoral y abusivo.
Decíamos: Somos algo más que animales racionales; comenzar por tener claridad acerca de quiénes somos y comprender que todo lo externo a nosotros es fruto de la suerte, la circunstancia o el azar, nos ayuda a entender de qué se trata la vida, ya que, si nos identificamos con lo exterior, con creencias, culturas o nos identificamos con nuestros pensamientos (que creemos que son propios, pero en realidad son consecuencia del entorno en donde hemos vivido), vamos a creer que la vida se trata de cosas externas que no tienen que ver con quiénes somos y estaríamos cometiendo un error de origen al tratar de encontrar una respuesta en el lugar equivocado.
Para dejarlo claro, lo primero es darnos cuenta de quiénes y cómo somos, para que nuestras acciones y objetivos no sean reacciones, creencias, pensamientos o acciones condicionadas por el exterior.
Lo siguiente es hacer un esfuerzo por distinguir entre tres conceptos que pueden llegar a confundirnos: Primero, el objetivo de vida, que es universal para nuestra especie y que contesta a la pregunta: ¿de qué se trata la vida?; segundo, el sentido de propósito, que es individual y en términos generales puede durar toda nuestra vida o cambiar a lo largo de ella y responde a la pregunta: ¿quién y cómo soy?; el tercer concepto, son los objetivos y metas que forman parte de lo cotidiano y en general tienen un tiempo de duración mucho más corto en comparación a toda nuestra vida y responden a la pregunta: ¿para qué existo?
Pero de ello, seguiremos platicando la semana entrante Así de sencillo.
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores