Genio y Figura/ Francisco Buenrostro
México tiene mucha mujer para tan poco gobernante y la marcha del 8M lo demostró de nuevo.
A menos de 90 días de que en México se elija por primera vez en la historia a una mujer presidenta, las dos candidatas se quedaron mudas, están perdidas respecto a una propuesta de política pública de protección a las mujeres contundente y ejecutable.
Miles de mujeres inundaron las calles de las principales ciudades del país, con un clamor genuino: exigir un alto a la violencia feminicida e igualdad de condiciones.
Ante este golpe de realidad, que cada 8 de marzo se hace visible, durante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, quedó claro que la candidata de Morena y aliados, Claudia Sheinbaum no tiene idea de cómo accionar mecanismos para solucionar el problema, pese a presumir su experiencia como jefa de gobierno de la Ciudad de México, perdió la gran oportunidad de proponer un golpe de timón en políticas públicas que protejan a las mujeres.
Lo mismo sucedió con Xóchitl Gálvez, la candidata del PAN, PRI y PRD, se quedó vacía de propuestas más allá de discursos demagogos.
También Xóchitl vivió de cerca el desastre de seguridad nacional, como integrante del gabinete ampliado del presidente Vicente Fox, después estuvo cerca del gobierno de Peña Nieto, durante su paso como jefa delegacional de la Miguel Hidalgo y, recientemente, como Senadora durante el sexenio de López Obrador, en todo ese tiempo no ha generado una propuesta contundente para proteger a las mujeres. ¿Qué nos hace pensar que alguna de las dos tiene soluciones?.
A este escenario, se suma que el estado mexicano tampoco ha cumplido con compromisos adquiridos en tratados internacionales, como los adscritos en los compromisos gubernamentales de ONU Mujeres (creada en 2010) y que al texto expresa:
“México… se compromete a lanzar campañas permanentes desarrolladas por medio de espectaculares, galería itinerante, medallones, carteles, dípticos y otros medios de comunicación … con el objeto de brindar servicios integrales a mujeres en situación de violencia… y a asegurar la asignación de presupuesto público con perspectiva de género, para garantizar el acceso a las mujeres a una vida libre de violencia”. En más de doce años, ¿se han visto materialzadas esas acciones?
En ese mismo documento, decenas de países del mundo expresan sus compromisos como Australia, con tolerancia cero para la violencia doméstica y los abusos sexuales.
Rutas para disminuir a niveles históricos la violencia de género sí existen, otro ejemplo cercano -específicamente en el tema de homicidios dolosos-, es El Salvador, con una política de cero tolerancia contra las pandillas, que eran el terror de los ciudadanos.
En nuestro país, los agresores, violadores y feminicidas son el terror de las familias mexicanas y eluden la justicia tan fácil, como quitarle un dulce a un niño.
Si bien es cierto que en la última década, se ha legislado para que aumenten los años de cárcel para feminicidas, pasando de 40 a 70 años y, recientemente a más de 112 años, ¿por qué las mujeres de éste país no se sienten seguras?, por ese gran cáncer llamado impunidad.
Con el paso de los años, generaciones se unen a la marcha del 8M con consignas como: “mi silencio no me protegió”, “no son muertes, son feminicidios”, ”nos queremos libres, no valientes”; pero hubo una consigna que sonó fuerte y claro: “nuestros sueños no caben en sus urnas” y lamentablemente eso es brutalmente cierto.
Ninguna candidata, salvo proponer seguir con abrazos y no balazos o, por otro lado, con la idea de una mega carcel, ha hecho una propuesta seria, integral sin caer en lugares comunes, que responda al reto de los tiempos violentos que atraviesa el país y, fundamentalmente, que padecen sus mujeres.