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En los 60/Norberto Gasque Martínez
Cómo encontrar el eslabón perdido para conectar a la vieja y a la nueva generación de políticos por el bien de México.
El científico Charles Darwin acuñó el término de eslabón perdido, al estipular que en la naturaleza existían 24 estadios hasta llegar al ser humano.
Recordemos esa imagen icónica de la teoría de la evolución, que inicia con un chimpancé hasta llegar al hombre completamente erguido; pues para Darwin, el penúltimo en esa cadena era el eslabón perdido, un ente que existía en medio del orangután y del Homo sapiens.
Pareciera que el gobernador de Nuevo León, Samuel García, su esposa y Jorge Álvarez Máynez, candidato presidencial por MC, se quieren auto proclamar como el símbolo de una generación que no representan, envueltos en frivolidades y privilegios que contrasta con la realidad de millones de jóvenes mexicanos que padecen desigualdad económica y social.
Dejando a un lado banderas políticas, veo tan lejano el perfil de un Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial del PRI en 1994 y su memorable discurso en el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México, inmortalizando la frase: veo un México con hambre y sed de justicia, quien intentó darle un revés al sistema y terminó siendo asesinado en lo que, a todas luces, fue un crimen de estado.
En la actualidad, Latinoamérica tiene presidentes en funciones que rondan la década de los treinta años de edad, como Daniel Noboa de Ecuador, quien asumió el cargo a los 35 años, y Nayib Bukele de El Salvador, quien recibió la banda presidencial a los 37 años.
Pese a que los dos son empresarios, educados en escuelas de sus países y del extranjero, su ascenso político estuvo alejado de frivolidades como las que hemos visto en México con Jorge Álvarez Máynez, de hacer su destape de candidato bebiendo cerveza, o publicar un video en estado inconveniente para burlarse de la autoridad electoral (INE) e insultar a un adversario político (Manlio Fabio Beltrones), mostrando un perfil que choca con la realidad de la juventud mexicana promedio.
Otro ejemplo de la ausencia de jóvenes en las elecciones de 2024, es que las candidatas con más posibilidades de ganar la presidencia son mujeres quienes, de acuerdo con la ONU, entran en la categoría de adultas mayores, Claudia Sheinbaum por Morena y aliados (61 años) y Xóchitl Gálvez por la coalición Fuerza y Corazón por México (60 años).
El tema de fondo no es que jóvenes políticos aprovechen el vacío de nuevos liderazgos, el problema es que no exista un punto intermedio, personajes que emerjan de otras fuerzas políticas, o de la sociedad civil, con propuestas de vanguardia y en defensa de la política con altura de miras.
Como dijo Cléobulo de Lindos -uno de los siete sabios de Grecia-:
Aceptar la injusticia no es una virtud, sino todo lo contrario. No podemos olvidar que en las elecciones de 2024, están en juego los contrapesos políticos para mantener el equilibrio de poderes, tan importante para cuidarnos de regímenes totalitarios.
México necesita a su eslabón perdido, ese punto medio que conjugue juventud, conocimiento, compromiso, prudencia, coraje y ganas de transformar la realidad de millones de mexicanos, mujeres u hombres jóvenes con vocación de servicio, alejados de banalidades y que asuman el reto de encabezar un proyecto de nación, con la seriedad que implica el momento histórico que vivimos.
Como escribió el canta-autor argentino Fito Páez:
Quién dijo que todo está perdido. Esperemos que en este cambio generacional, también los jóvenes políticos encuentren su camino pero, por el bien de todos, que el eslabón perdido de la nueva generación política en México sea más semejante al Homo sapiens y no a su antecesor.