Genio y Figura/Francisco Buenrostro
Los mexicanos vivimos la muerte muy cerca. Si no son las enfermedades, es la violencia, pero en cualquier momento nos iremos. Las enfermedades en gran medida son responsabilidad individual, pero la violencia es resultado de la incapacidad o complicidad gubernamental.
Grave es que exista la violencia, pero más grave es que no avizoremos un futuro menos violento.
Las campañas municipales y estatales en el país carecen de planes concretos para disminuir la violencia. Hay propuestas pero nadie sabe cómo lograrlo realmente.
Todos los candidatos coinciden que las policías municipales y estatales están en el abandono, pero nadie ha reconocido que los ayuntamientos y los gobiernos estatales no tienen dinero para invertir en las corporaciones. ¿Cómo las rescatarán?
De la federación no podemos esperar nada, porque la candidata morenista propone continuar con la exitosa estrategia federal de seguridad, si la misma que ha dejado la administración con más homicidios dolosos en la historia de México
Los que saben del tema aseguran que la violencia no disminuirá con los militares en las calles. Las calles llenas de militares solo espantan a la población, pero no han frenado la violencia que va en aumento.
Sí, hay una tendencia a la baja en los asesinatos, pero sube la violencia con la que se cometen los crímenes. Los asaltos son más violentos. Todos los delincuentes van armados y sin temor a utilizar lo que sea. Saben que la impunidad los hará libres.
En un país donde uno de cada 100 delitos que se denuncian puede resolverse, es muy probable que cualquier ilícito quede impune.
¿Qué más necesitan saber los candidatos a la presidencia, a las gubernaturas y a las alcaldías para crear estrategias concretas? ¿Cuántos muertos más hacen falta para que el oficialismo reconozca que vivimos las elecciones más violentas de la historia?
Tenemos poco más de una semana para revisar a fondo las propuestas de los candidatos presidenciales, a las gubernaturas y los ayuntamientos.
La estrategia de Felipe Calderón, de Enrique Peña y de Andrés Manuel López es la misma y es un fracaso, aunque muchos se molesten. Solo hay que contar los muertos.
La corrupción y la impunidad están tan normalizadas que casi vemos imposible exterminarlas.
Es momento de dejar de escuchar “qué proponen” y poner atención a “cómo lo harán”.