Reflexión navideña/Paulino Lorea
Creo que es importante iniciar aclarando que lo que ocurrió el domingo pasado no fue la final de un partido de futbol, tras el que los aficionados del equipo derrotado son humillados por los fanáticos del equipo ganador.
Que en el balón pie mexicano el equipo ganador tenga al árbitro de su lado, y que la candidata presidencial virtualmente ganadora también cuente con la autoridad electoral de su lado, es una casualidad que solo se repite en nuestro país, no porque sea una regla, pensemos que es una desgraciada casualidad muy mexicana, pero casualidad.
Por fin pasó el 02 de junio. Tardó mucho en llegar la jornada electoral, como si las campañas hubiesen durado casi seis años.
Ahora que lo pienso bien, si las elecciones presidenciales fueran como un partido de futbol, ya nos hubiéramos curado la resaca y el título duraría una temporada.
Pero no, en la democracia participamos todos y no jugamos un torneo, decidimos el futuro de todo nuestro país. Los que participamos y los que no fueron a las urnas pagaremos o gozaremos el resultado de la elección de ayer.
Pero mientras los militantes de los partidos políticos perdedores sufren la derrota y los hinchas de la ganadora vitorean la gloria, deberíamos de pensar en positivo.
Sí, por primera vez en la historia de nuestro México, habrá una mujer presidenta. Si en su gobierno mejora aunque sea un poco la situación de las mujeres, México crecerá mucho más que hasta hoy.
Sin embargo su camino no es sencillo. Luego de que los perdedores reconocieron su derrota desde la noche del domingo, hoy cambian sus discursos y anuncian impugnaciones. Sí, ese capricho puede costarnos más caro a los mexicanos. Parece imposible anular más de la mitad de los votos o repetir la elección.
Ganar en la mesa una apabullante derrota parece imposible.
Hoy nuestro país no necesita personas que no aceptan una derrota. Necesita que todos sumemos. Necesita que desaparezcan esos partidos políticos parásitos que solo viven del presupuesto.
México necesita que renuncien los gobernantes y legisladores que solo se enriquecen con el presupuesto. México necesita otra política, otros políticos. El pueblo sí sabe elegir, y hoy nos queda más que claro que no quiere volver al pasado.