Maestro Tomás Bustos Muñoz/Paulino Lorea
Para el gobierno federal es muy fácil borrar desaparecidos. Es un triunfo para ellos presumir una disminución en los homicidios. Como si minimizar lo que sucede todos los días en nuestro país no tuviera valor, como si no habláramos de personas, de seres vivos. Como si los números fueran solo eso, datos que si disminuyen aunque sea un poco es motivo suficiente para glorificar la baja.
Y finalmente cuando los hechos no se pueden ocultar, la mejor salida es criminalizar a las víctimas, porque ellos se lo buscaron por ser malas personas. Esa es la política pública de seguridad, cientos de miles de fuerzas armadas en las calles en recorridos que no contienen la violencia ni disminuyen la inseguridad. Los militares, los marinos y la guardia nacional solo son buenos para levantar indicios y acordonar las zonas de los hechos.
La política de abrazos no balazos ha matado a más personas que en la guerra contra el narco que inició Felipe Calderón en el 2006. En este país irónico vemos que desde palacio nacional platican alegres el logro sexenal de una disminución de homicidios, mientras en Cazones, Veracruz, a la misma hora, un grupo de sujetos armados sube una camioneta a la plaza principal frente a la presidencia municipal, en medio de la gente, descienden y arrojan frente a las letras gigantes del municipio los cuerpos mutilados de dos personas. Días antes, Guanajuato tuvo su fin de semana más violento del año con más de 60 ejecutados.
Ya transcurrieron más de 5 años de administración y nada ha pacificado al país. El fracaso de la guardia nacional como responsable de la pacificación es más que evidente. Las fuerzas armadas en las calles no han espantado a los narcos que cada día tienen más poder y control territorial. Estamos en el proceso electoral más grande la historia pero también en el más violento en la historia de nuestro país.
Desde hace varios procesos electorales vemos cómo el crimen organizado interviene en los comicios con violencia o corrupción. Pero en estas elecciones la violencia ha marcado el calendario electoral. No sirve de nada que disminuyan los asesinatos si la violencia utilizada en los crímenes se multiplica, si los narcos operan a cualquier hora y en cualquier lugar, si no hay nadie a salvo, si nadie está seguro, si todos tenemos miedo.
Cuando los criminales sean detenidos y sentenciados, empezará a cambiar algo en México. Combatir verdaderamente a la impunidad es la clave. Porque el problema no ha sido humanizar a los delincuentes, el verdadero problema es cosificar a las personas y tratarnos sólo como datos que suben y bajan en una tabla de Excel, ignorando que cada número es una persona, una víctima por quien alguien llorará.