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En los 60/Norberto Gasque Martínez
Para ser funcionario del gobierno federal, o autoridad de cualquier nivel aliada al partido en el poder, existe una primera regla, quizás la más importante, y es que el presidente siempre tiene la razón y jamás debe contradecirse.
Hace más de cuatro años que el fentanilo provoca miles de muertes en los Estados Unidos por sobredosis. Y mientras el gobierno de aquel país culpa a los cárteles mexicanos por introducir esa droga 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más fuerte que la heroína (según la DEA), para el presidente de México el fentanilo no es producto de exportación porque en nuestro país no se produce, aunque sí han ocurrido muertes y casos graves de sobredosis.
Pero mientras AMLO exculpa a los narcos mexicanos, hace una semana el jefe de la Agencia de Investigación Criminal de la FGR, Felipe de Jesús Gallo, aseguró que desde los años noventa, México ha sido campeón en la producción de metanfetaminas y ahora de fentanilo.
Esas palabras molestaron demasiado al mandatario nacional, que hasta pidió a la autónoma Fiscalía General de la República, que aclare lo dicho por el alto funcionario de seguridad.
Días antes, el presidente se quejó por las preguntas del primer debate presidencial, que hacían parecer que el gobierno no había hecho nada. Durante el segundo debate, las preguntas no atacaron a nadie.
Así se dicta línea desde palacio nacional. Los entes afines o alineados no cuestionan y acatan la orden, porque ya no hay indirectas. Basta el manoteo, el enojo, el gesto y un discurso con descalificativos para arreglarlo todo, para cambiar discursos o el rumbo.
Hoy, gobernadores, alcaldes, diputados, funcionarios de todos los niveles y cualquiera que sea afín al presidente o su movimiento, aplaude cuando él lo pide y cuestiona a quien él critica.
No importa si arde Guerrero, Zacatecas, Colima, Sonora o Sinaloa, primero se pensará en Guanajuato u otra entidad no gobernada por Morena o algún partido aliado.
Lo grave no es querer tapar el sol con un dedo. Lo verdaderamente grave es saber que no se puede tapar, pero que aún así hay quienes cierran los ojos para evadir la realidad.