Punto y Aparte
“Dime con quién andas y te diré quién eres” reza el clásico dicho y aplica perfectamente para las candidatas y el candidato a la Presidencia de la República, porque más que ellas y él, quienes estarán implícitamente inscritos en las boletas son otros.
Me refiero desde luego a los mandamases de las fuerzas políticas que los representan, sin que esto quiera decir que sean sólo muñecos de ventrílocuo o, al menos, no en todos los casos.
Vámonos por partes, y en estricto orden alfabético para no herir susceptibilidades, Álvarez Maynez, candidato de Movimiento Ciudadano a la grande tendrá dos labores titánicas, la primera darse a conocer (porque en estos momentos la gente sólo lo ubica como el fiestero amigo de Samuel) y la segunda despegarse de la sombra de Dante Delgado, presidente, fundador y dueño total, absoluto y plenipotenciario de MC.
Delgado Rannauro, actual senador de la República ha sido criticado por muchas cosas, entre otras por su origen priísta, aunque eso, a ciencia cierta, haría alusión al 80 por ciento de los políticos aún vigentes, sea cual sea el partido al que hoy en día pertenezcan.
El jarocho dirigente naranja ha tomado decisiones que parece en extremo fuera de lugar como no presentar candidato a gobernador en el Estado de México en las pasadas elecciones, ignorar al gobernador jalisciense Enrique Alfaro, con quien las diferencias han sido más que evidentes por no tomar en cuenta la opinión para las decisiones copulares de cara al proceso electoral de este año y, más recientemente, la conformación de las candidaturas entre las que se cuentan desde deportistas, artistas y hasta al llamado “Diamante Negro”, Roberto Palazuelos; motivo por el cual Patricia Mercado dejó la vocería de la campaña de Álvarez Máynez.
Pasemos ahora al caso de Gálvez Ruíz, la abanderada de la coalición “Fuerza y Corazón por México”, de los partidos PRI-PAN y PRD, quien, a pesar de no ser militante de ningún instituto político, lleva sobre sus espaldas siglas muy devaluadas, que, inevitablemente, nos traen a la mente algunas de las peores lacras que ha padecido México en la historia moderna, aunque ahora ya enarbolen otras banderas.
Me enfocaré en esta ocasión sólo a PRI y PAN, no porque el PRD sea impoluto, sino porque ya no pinta, el Sol Azteca perdió su capital político y hoy por hoy sólo se alía para mantener su registro, si bien le va.
Alejandro Moreno Cárdenas, a quien todos conocen como “Alito”, es el presidente del Revolucionario Institucional, ex gobernador de Campeche, actual diputado federal y todo un estuche de monerías, quien, pese a guardar un sinfín de paralelismos con su homólogo de Acción Nacional, Marko Cortés, se cuece aparte porque ha logrado dividir al PRI más que ningún otro dirigente en su historia.
Además en 2019, el periódico Reforma publicó que Alejandro Moreno es propietario de una lujosa residencia de mil 900 metros cuadrados con un valor superior a los 46 millones de pesos que fue construida en un transcurso de dos años, en los cuales declaró ingresos anuales de 5 millones de pesos, mientras era gobernador de Campeche, razón por la cual en varias ocasiones ha sido señalado de probable enriquecimiento ilícito.
El caso de Marko Cortés Mendoza, dirigente nacional del PAN es también muy representativo ya que se ha enemistado con varias de las corrientes del blanquiazul, compartiendo con “Alito” la característica de mantenerse en las presidencias de sus respectivos partidos aún después de concluidos sus períodos estatutarios.
Entre los mayores escándalos en su gestión está que el 9 de enero de 2024 presentó, a través de sus redes sociales, documentos que detallan acuerdos sobre nombramientos en el Poder Judicial, oficinas de recaudación y notarías, con la dirigencia nacional y estatal del PRI en Coahuila, y el entonces candidato y actual gobernador Manolo Jiménez Salinas, en 2023, en vísperas de los comicios que se realizaron ese año en dicha entidad, siendo el supuesto incumplimiento de este último en el convenio, lo que generó el descontento de Cortés Mendoza.
Para cerrar hablemos, o escribamos para ser más preciso, de Scheinbaum Pardo, que lleva casi seis años en campaña, prácticamente, desde que asumió la jefatura de la CDMX, todo el tiempo con el manto protector del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, si bien no es presidente de su partido Morena, sí es de facto no sólo quien lo dirige, sino también quien lo fundó y el mismo que llegó a amenazar a los morenistas con dejarlos a su suerte y fundar un nuevo partido si es que se salían del guacal.
Y es que López Obrador, a diferencia de los otros casos mencionados en esta columna, va más allá de sólo influir en su candidata ya que Claudia Scheinbaum se ha convertido en los hechos y sus dichos más en una extensión del mandatario, en aras de llegar a ocupar la silla presidencial al igual que él.
Debido a que AMLO, al ser presidente de México, por más de cinco años, tiene muchos negativos, como dicen los analistas, los obviaré y me voy a limitar a señalar que, para bien o para mal, Scheinbaum sólo tiene una carta que jugar y es la de mimetizarse, como lo ha venido haciendo, con el oriundo de Macuspana.
Como colofón sólo agregaría que los próximos tres meses tenemos por delante la recta final de estas campañas en las que no sólo los candidatos estarán bajo el escrutinio público, sino también los personajes que acabo de mencionar en estas líneas.
*Francisco Buenrostro es periodista, escritor y conferencista. Actualmente, es director de Noticias de Grupo Audiorama Comunicaciones Guadalajara.