Punto y Aparte
La vida es una tómbola
Tratando de emular a sus pares atenienses del siglo sexto antes de Cristo, los actuales senadores de México retomaron el sábado una tradición tan antigua como arcaica, la selección por insaculación. Es por esta razón que le invito el día de hoy a viajar en el tiempo dos mil 600 años al pasado.
Imaginemos por un momento como se manejaban las cosas entre los griegos de aquella época. La insaculación se desarrolló como la manera principal de lograr isonomía, que significa igualdad de ley y derechos políticos. Fue utilizada para elegir la mayor parte de los magistrados para sus comités gubernamentales y para sus jurados (típicamente de 501 hombres).
Al respecto, Aristóteles refirió que la democracia surge de la idea de que aquellos que son iguales en cualquier aspecto, son iguales absolutamente. Todos son igualmente libres, por lo tanto, afirman que todos son absolutamente libres. Es así como los demócratas, con el argumento de que todos son iguales, reclaman la misma participación en todo. Se acepta como democrático cuando los cargos públicos se asignan por sorteo y como oligárquico cuando llegan por elección (lo que incluiría a -ya saben quién- y la actual presidenta Claudia Sheinbaum).
En la antigua Atenas, la “Democracia” (cuyo significado literal es “gobernado por el pueblo”) estaba en oposición a quienes apoyaban un sistema oligárquico (gobernado por unos pocos). La democracia ateniense fue caracterizada por ser dirigida por “muchos” (la gente común) que fueron asignados por sorteo en los comités que dirigía el gobierno.
Los atenienses creían que la insaculación era democrática, no las elecciones y usaban complejos procedimientos para que en las máquinas especialmente diseñadas para el sorteo (conocido como Kleroterion) se evitaran prácticas corruptas usadas por los oligarcas para llegar al poder. De acuerdo al autor Mogens Herman Hansen, la corte ciudadana era superior a la Asamblea porque los miembros sorteados hacían un juramento que los ciudadanos comunes en la Asamblea no hacían y, por ello, esta corte podía anular las decisiones de la propia Asamblea.
Los estudiosos solían sostener que la insaculación tenía raíces en el uso del azar para adivinar la voluntad de los dioses, pero este punto de vista ya no es común entre ellos. De hecho, en la mitología griega antigua, Zeus, Poseidón y Hades usaron la insaculación para determinar quién gobernaría sobre cada dominio. Zeus consiguió el cielo, Poseidón el mar y Hades (al que, obviamente, le fue peor) el inframundo.
Pero regresemos a la época actual, más específicamente a lo que ocurrió el pasado sábado en el Senado de la República donde se realizó la “tómbola judicial”, con la cual quedó definido el primer grupo de juzgados cuyos titulares, jueces y magistrados, serán elegidos por voto popular en las elecciones del primero de junio de 2025.
A través de este sorteo, literalmente hecho con las patas, porque las bolitas a elegir rodaban por el piso, se determinaron 464 personas magistradas de circuito y 386 personas juezas de distrito que están ahora ante la disyuntiva de entrarle a un concurso de popularidad o quedarse sin chamba.
Cabe señalar que la mitad que no fue elegida, mantendrá su puesto hasta el año 2027, teniendo que ir, de todos modos, a las urnas en las elecciones intermedias, sin importar sus méritos, ni la carrera judicial que han cursado, ni su experiencia, nada, absolutamente nada, porque por decreto son todos corruptos, hasta que los cubra el manto sagrado que otorga la 4T, vía el “pueblo bueno”.
Lo cierto es que como versa la canción compuesta por Augusto Algueró, con letra de Antonio Guijarro, “La vida es una tómbola” y a partir del próximo año la justicia en nuestro país se convertirá justo en eso, un juego de azar.