
Crónica Cuevanense/Roberto Tamayo
Cría porros y te sacarán los ojos… y algo más
No cabe duda que… “Cuando la perrita es brava, hasta a los de casa muerde”, y es que la que hasta hace algunos meses fuera aliada, completamente condicional, por supuesto, de la 4T, la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) es ahora férrea opositora del actual gobierno morenista, encabezado por Claudia Shenbaum.
Para sorpresa de nadie, los pseudo-docentes quieren cobrar caros los favores brindados a AMLO, no sólo durante su sexenio, sino también a lo largo de 18 años de campaña para llegar a la “Grande”, y como, literalmente, no tienen llene ahora que les cerraron la llave, se fueron a paro nacional cerca de seis mil integrantes de la CNTE, dejando sin clases a más de un millón de estudiantes y provocando el cierre de casi 20 mil escuelas en todo el país.
Las movilizaciones de estos grupos de agremiados de la educación tienen como base el Zócalo de la Ciudad de México, de donde se desplazan a distintos puntos de la capital del país para ocasionar la mayor afectación posible a la población completamente ajena a su causa en aeropuertos, sucursales bancarias, oficinas gubernamentales y vialidades, generando molestias a miles y miles de personas, en lo que consideran sólo un daño colateral, porque, obvio, les tienen sin cuidado los demás.
Pero… ¿Cuál es el pliego petitorio de la CNTE? Básicamente… Todo, al menos todo lo que se les ha ocurrido hasta el momento: la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007, la eliminación de las Reformas Educativas (tanto la de Peña Nieto como la de López Obrador), incremento salarial del 100% (nada más) y mayor presupuesto para restaurar escuelas (obvio, partida presupuestal que ellos administren).
Además de todo lo anterior, están exigiendo democracia sindical o lo que para ellos significa “democracia”, es decir lo que manden sus líderes porque no hay que olvidar que detrás de todos estos movimientos hay unas cuantas personas que se benefician a lo grande, que se hospedan en hoteles de lujo y comen exquisitas viandas, mientras la tropa se queda en casas de campaña improvisadas y mata el hambre con una torta y un juguito, si bien les va.
Pero tampoco quiero que se piense que los estoy compadeciendo, porque la gran mayoría de los manifestantes (me resisto a llamarlos maestros) es básicamente el mayor esfuerzo que hacen, protestar, porque muchos ni siquiera han estado frente a un grupo de clases y desde luego que van a cobrar integras sus quincenas mientras no dejen de gritar consignas al unísono.
De igual forma, hago patente que no me estoy poniendo del lado del gobierno federal, para nada, porque a López Obrador se le hizo fácil criar porros y ahora, como herencia maldita, le están queriendo sacar los ojos y algo más a Sheinbaum, porque se usaron mutuamente, así de fácil.
Con quienes sí me solidarizo es con las personas ajenas al conflicto que tienen que llegar tarde al trabajo, a su casa y, en no pocas ocasiones, a una cita médica o para realizar un trámite importante, afectándolos seriamente, algo que a la CNTE le vale cacahuate.
Diría que también me preocupa que cerca de un millón 200 mil alumnos estén sin clases, pero para lo que enseña la llamada Nueva Escuela Mexicana, con más adoctrinamiento que matemáticas, y recibiendo el conocimiento de aquellos que se beneficiaron con plazas automáticas y tienen nulas evaluaciones, pues ni para dónde hacerse.
Cierro mi entrega de esta semana reconociendo a otros manifestantes, quienes protestaron en contra de la desvisada gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, haciendo una carnita asada, eso es verdadero ingenio, sin afectar a nadie y haciendo rabiar más a la mandataria que con cualquier cierre vial.