
Patrones/Norberto Gasque Martínez.
Hijos de la Abstenciocracia
Para sorpresa de nadie, absolutamente de nadie, los resultados de la farsa denominada Elección Judicial fueron justo los que todos esperábamos, tanto los que decidimos no avalar este último clavo en el ataúd de la democracia, como los que fueron comparsas, muchos de los cuales no tuvieron opción, como quienes laboran, por ejemplo, en el INE, o bien aquellos que se vieron condicionados para votar a cambio de mantener un cargo público, una beca o algún otro tipo de apoyo económico.
El descaro fue total, acordeones que se siguieron al pie de la letra, mismos nombres, en el mismo orden, obvio resultado; en el que el abstencionismo superior al 87 por ciento o las más de diez millones de boletas anuladas, en su mayoría por mentarle la madre a Noroña (imagínese vivir en Suiza y perdernos de eso), sólo nos llevan al mismo escenario que todos veíamos venir… Jueces a modo que responden a grupos de poder, refiriéndome en este caso a las tribus de Morena, muchas de las cuales comanda la presidenta Sheinbaum, otras más Andy o Monreal o Adán Augusto; aunque en su mayoría le son leales al nacido en Macuspana.
Estos nuevos jueces, que la 4T le vendió a muy pocos ingenuos, pero de verdad a muy pocos, lejos están de acabar con la corrupción en el Poder Judicial, todo lo contrario, porque sólo ofrecen improvisación, incapacidad y, eso sí, lealtad ciega a quienes los pusieron ahí, quien los palomeó en una lista para ser candidatos, ya lo demás fue mero trámite.
Lo peor es que estos verdaderos hijos de la abstenciocracia, porque la gran mayoría de los mexicanos lo dejamos muy claro, van a poner, de todos modos, a quienes les dé su gana, así que hagan lo que quieran, porque pasarán muchos, pero muchos años, antes de tener unas elecciones justas, transparentes y con piso parejo; eso se acabó en México, lo queramos ver o no.
Pero si de por sí esto fue una burla, más aún lo son los comentarios del próximo ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar Ortiz, quien no entiende, o se niega a entender, que llegará a encabezar uno de los tres poderes de la Unión, únicamente, por los favores que, en su momento, le hizo a López Obrador, con consultas a modo, engañando a sus representados y haciendo cuanta marrullería le encargaran, lo cual ahora le está siendo muy bien pagado.
Los comentarios a los que me refiero son que la gente lo ataca por ser miembro de los pueblos originarios, que desde Benito Juárez no tenían a un representante al frente de la Suprema Corte, pero nada más alejado de la realidad, ya que es justamente ese argumento, su pertenencia a un grupo étnico de Oaxaca, lo único que atenúa, aunque sea un poco, el hecho de que es el menos preparado de los ministros que ha llegado a un cargo de esa magnitud en la historia de México, en lo que sólo rivalizaría con Lenia Batres, quien se empeñó en demostrar durante las sesiones de la SCJN que no tiene ni idea de lo que hace ahí y ahora que la reeligió el “pueblo bueno”, bueno para “migajear”, creo que seguirá por el mismo camino.
AMLO, Sheinbaum y las huestes morenistas lograron lo que tanto anhelaban, concentrar todo el poder, lo que les va a permitir implantar su dictadura durante varias décadas… Pero recuerden señoras y señores cuatroteistas, no hay mal que dure cien años y cuando sean juzgados por la historia no esperen más que la ignominia y el olvido, al igual que Santa Ana, Salinas de Gortari, Díaz Ordaz o Echeverría; sus nombres estarán junto a los de ellos y eso nada ni nadie lo podrá evitar, porque, tal como dijera su líder, antes de convertirse en todo lo que repudiaba: “El pueblo se cansa de tanta pinche tranza”.