
Sheinbaum en la foto del G7/Paty Sánchez
Xenofobia, el efecto colateral
La palabra “xenofobia”, según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), se define como el odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros. El término proviene del griego “xenos” (extranjero) y “phobia” (miedo o aversión).
Y es, precisamente, la xenofobia el mayor riesgo colateral que ha generado la campaña del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para cazar inmigrantes, algo que sus seguidores le aplauden emocionados pero que muchos otros norteamericanos le reclaman, porque están conscientes de las flagrantes violaciones a los derechos humanos que un día sí y otro también se registran por parte del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos, por sus siglas en inglés), ahora con el apoyo de la Guardia Nacional y hasta Marines de la Armada Norteamericana.
No obstante, hay que reconocer que, en la mayoría de los casos que salen a defender a nuestros paisanos en los Estados Unidos, es porque les pega en sus intereses, me refiero a empresarios que emplean mano de obra latina, algunos de los cuales tienen años ya trabajando con ellos, siendo altamente eficientes a un costo mucho menor que el que le tendrían que pagar a un norteamericano.
De cualquier manera, y más allá de los motivos que tengan para defender a nuestros connacionales, lo cierto es que no son todos los que secundan a Trump en su afán de combatir a nuestros paisanos como los peores delincuentes, por el simple hecho de ser morenos, los consideran como dice su mandatario “bad hombres”, juzgándolos a todos por parejo, separando familias, sin el más mínimo asomo de misericordia.
Y cuando me refiero al término xenofobia, lo hago por partida doble, porque, si bien muchos estadounidenses ven en las violentas manifestaciones, durante las, ya de por sí, violentas acciones del gobierno norteamericano para cazar, literalmente, a nuestros paisanos que tratan de deportar, como una justificación a las decisiones de su mandatario. Al mismo tiempo en México crece un odio en contra del pueblo de los Estados Unidos, no solo contra Trump o las fuerzas armadas o los republicanos… Me refiero a un odio contra todo lo que pueda parecer gringo, contra todos parejito.
Esta situación la he podido percibir en redes sociales, al leer mensajes cargados de rencor, donde de mentada de madre no bajan a los gringos, lo que también se convierte en gasolina pura para los maquiavélicos planes de Donald Trump, pues así puede radicalizar todavía más sus embates en contra de los latinos diciendo que son malas personas y, tristemente, están logrando que cada vez más y más mexicanos darle la razón.
La violencia no puede ser el camino, porque sólo generará más violencia, tenemos que tener claro que el actuar de los gobernantes no puede representar a todo un pueblo y lo digo no solo por Estados Unidos, sino también por México, donde Morena nos ha hecho retroceder más de medio siglo en materia de democracia, salud y desarrollo, aunque no todos votamos por este gobierno; pero también por Palestina, donde a cada hombre, mujer y niño, Israel y la comunidad internacional los trata como si fueran miembros de la organización terrorista de Hamás; o Irán, que es señalado de un país que quiere incrementar el potencial de su arsenal nuclear, tocándole pagar el “pato” a sus habitantes, de los cuales doce millones que viven en su capital Teherán, tuvieron que huir de sus casas ante la amenaza de un ataque inminente.
Así pues, desde mi perspectiva, tenemos que entender que generalizar, que culpar a alguien por su mera nacionalidad, nos hace mezquinos, injustos y nos quita en el proceso, poco a poco, nuestra propia humanidad.