
Incomodar al poder/Paty Sánchez
Ronroneo de amor
Desde la antigüedad, los gatos han sido tanto temidos como amados, lo cual se ha reflejado en distintos pasajes de la historia, desde como los egipcios veneraban la imagen de los felinos, considerándolos sagrados, asociados con la diosa Bastet, protectora del hogar, la fertilidad, la maternidad y la guerra. Los gatos eran vistos como seres mágicos con la capacidad de traer buena suerte y proteger a sus dueños de espíritus malignos y enfermedades.
En contraparte, en la Europa medieval, corrió el falso rumor de que el papa Gregorio IX había redactado una bula en la que condenaba a los felinos como emisarios de satanás, no obstante, el responsable original de este supuesto odio a los gatos fue Conrado de Marburgo, un clérigo de la ciudad homónima en Alemania, por entonces parte del Sacro Imperio Romano, quien ejerció como inquisidor a principios del siglo XIII y rápidamente se ganó una fama terrible por su crueldad y que consideraba cualquier acusación como una prueba de herejía, torturaba a los acusados y no atendía a ningún razonamiento para probar su inocencia.
Fue así que Conrado de Marburgo denunció supuestos ritos satánicos que realizaba una secta luciferina de Maguncia, describiendo, entre otros casos, un supuesto rito iniciático de la secta en el que, después de un banquete, aparece la estatua de un gato negro con la cola erguida, quien cobraba vida. No obstante, todo esto, en ningún documento emitido por el líder de la iglesia católica se hacía referencia a los mininos.
Asimismo, tampoco resulta verosímil la creencia de que la aversión a los gatos había llevado a su masiva aniquilación, dando paso a una proliferación desmedida de ratas que habría ocasionado la plaga de la peste negra en el antiguo continente, ya que esta epidemia ocurrió más de cien años después de las presuntas denuncias papales en contra de los gatos, además de que su población lejos de disminuir se mantuvo y hasta creció por ser mascotas que no requería de demasiada atención y que, por el contrario, no sólo cazaban roedores, sino también otros animales indeseables en las viviendas de esa época como, por ejemplo, las serpientes.
Por fortuna, existen sociedades hoy en día que guardan un gran respeto por los gatos como es el caso de Turquía, especialmente en la ciudad de Estambul, donde se les considera parte de la comunidad. Los mininos son vistos como animales limpios, puros y a menudo asociados con la buena fortuna, con un dicho turco que dice que un gato que entra a una casa trae buena suerte. Esta relación positiva se ve reflejada en la forma en que los gatos son tratados y cuidados en las calles y en otros espacios públicos, incluso en mezquitas.
Los gatos como mascotas ofrecen numerosos beneficios tanto para la salud física como mental. Reducen el estrés, la ansiedad y promueven la relajación, además de brindar compañía y mejorar el estado de ánimo. Los gatos también pueden ayudar a desarrollar habilidades sociales, especialmente en personas con autismo y algunos estudios sugieren que pueden, incluso, ayudar a detectar convulsiones.
Lo cierto es que, al menos en México, sigue siendo preocupante como la gente abandona gatos en la calle, los cuales terminan reproduciéndose sin control y generando que estos animalitos queden condenados a una vida corta y sin amor, porque hasta en los albergues tienen claro que la adopción de gatos siempre es menor que la de perros, por lo que se les complica encontrar un hogar para los mininos.
Quienes tenemos gatos como miembros de nuestra familia entendemos perfectamente el vínculo que se llega a crear con estos adorables peluditos, como mantienen su individualidad, pero también necesitan de acurrucarse junto a ti, ronronear a tu lado expresándote su amor y convenciéndote con su tierno maullido y su dulce mirada de darles un bocado más de su sobrecito favorito.
Es así como los gatos se convierten, más que en una simple mascota, en un motivo para llegar a tu hogar y dibujar una sonrisa en tu rostro.
Gracias por todo Botitas, siempre estarás en nuestro corazón.