Sabores/Alejandra Maldonado
Más allá de los discursos por parte de las candidatas y el candidato a la Presidencia de la República, las estrategias son claras, o hasta ahora, a unos días de que arrancó oficialmente la contienda electoral, así lo parecen.
Por una parte está la puntera, por muy poco o por mucho, según el encuestador en turno, pero puntera al fin en estos momentos, Claudia Sheinbaum Pardo, abanderada de la coalición “Sigamos haciendo historia”, de Morena y sus aliados, quien está consciente que lo que más le conviene es que mañana mismo se llamara a las urnas a votar para que ya sólo le pongan la banda presidencial el próximo primero de octubre.
Tan es así, que se le ha pedido repetir hasta el cansancio la diatriba amlista, para que sea el odio hacia el fantasma neoliberal, que es más moreno que nunca, el que convenza a sus huestes a sufragar a su favor, evitando al máximo la confrontación contra su oponente la hidalguense Xóchitl Gálvez.
Un ejemplo de ello fue el acercamiento con los medios que tuvo el pasado domingo tres de marzo, en Guadalajara, donde su servidor la cuestionó de un tema que estaba en boga, su opinión sobre la propuesta quizás más temeraria de la candidata de la coalición “Fuerza y Corazón por México”, de construir una mega cárcel, queriendo imitar a Bukele en El Salvador, pero más bien siguiendo la premisa del Buki mayor, porque creo que más que apoyos le traerá críticas y como dijera Marco Antonio Solís “será tu cárcel y tú lo verás”.
Pues bien, la doctora Scheinbaum no evadió la pregunta, pero la contestó lo más escueta y cortante que pudo: “Pues tenemos honestidad y estrategia, y resultados”, más claro ni el agua, con Xóchitl ni a la esquina, porque la morenista tiene todo que perder y nada que ganar, o al menos en apariencia, porque está jugando al “catenacho”, es decir, en términos futboleros, mete a tus once jugadores en tu portería para mantener la ventaja, esperando que no te metan gol.
En contraste, Gálvez Ruíz tiene que ir al choque, a la confrontación, a tratar de incomodarla, de cucarla, pero no con disimulo, como versa la definición de esta palabra, sino más bien intentarla hacer que trastabillé y patine en algún comentario para seguir ganando puntitos a su favor.
La cosa no está fácil, porque esta desesperación por ser agresiva en la campaña le trae también negativos o la llevan a proponer barbaridades con tal de enganchar a su oponente, en muchas ocasiones diciéndoselo a Claudia para que la oigan en Palacio Nacional y sea el presidente López Obrador quien muerda el anzuelo y dé línea para un contrataque.
Y no crea que me olvidé del candidato de Movimiento Ciudadano a la grande, Jorge Álvarez Máynez, porque quienes se han olvidado de él son las encuestas. Diría que también el electorado, pero, prácticamente, menos del 20 por ciento lo identifican o reconocen, así que no podrían olvidarlo si primero no saben quién es, por lo que su único objetivo real es, más allá de ganar adeptos, y en una de esas hasta perder el registro en algunos estados, que aparezca el partido naranja en la boleta y no se pierda la esperanza de que en el 2030 vayan con verdaderas oportunidades por la Presidencia con Luis Donaldo Colosio Riojas o vuelvan a dar el resbalón proponiendo una vez más a Samuel García, quien no ganaría ni aunque fuera el único candidato en la contienda.