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SILAO, Guanajuato a 10 de abril del 2025.- Guanajuato se erige, una vez más, como un epicentro de fervor religioso y arraigadas costumbres durante la Semana Santa.
Desde las solemnes conmemoraciones previas hasta las representaciones teatrales y las peregrinaciones multitudinarias, el estado ofrece un mosaico de expresiones culturales que fortalecen su identidad y atraen a visitantes ávidos de experiencias auténticas.
El Viernes de Dolores marca el preludio de esta significativa semana, siendo una de las festividades más emblemáticas de la ciudad de Guanajuato, con una historia que se remonta a 1885.
Esta celebración, dedicada a la Virgen María, evoca los siete dolores que la madre de Jesús padeció. Hogares y hasta las antiguas minas se transforman en escenarios de fe, con la instalación de altares adornados con esmero. La tradición dicta que quienes visitan estos espacios sagrados son recibidos con un gesto de hospitalidad: un refrescante vaso de agua fresca o una deliciosa nieve.
En tiempos recientes, esta arraigada costumbre se ha fusionado con la vibrante verbena popular del Día de las Flores, donde la explosión de color y el aroma de las flores embellecen el inicio de la festividad, inundando de vida las calles de Guanajuato.
En el municipio de Purísima del Rincón, la Semana Santa cobra un cariz particular con la representación de La Judea, una tradición teatral que tiene como figura central a Judas Iscariote. Este personaje bíblico es interpretado de diversas maneras, adoptando máscaras que reflejan distintas facetas: el Judas triste, el blanco, el Ranchero y el Diablo.
La elaboración de estas máscaras artesanales, talladas en madera de colorín, es una herencia que se remonta a 1873 y se atribuye al talentoso retratista Hermenegildo Bustos. Hoy en día, el municipio alberga un museo dedicado a estas singulares máscaras y a la propia representación de La Judea, consolidando su importancia como un símbolo cultural distintivo de Guanajuato.
Otro de los pilares de la Semana Santa guanajuatense es la conmovedora Peregrinación al Cristo Negro, una manifestación de fe que se celebra desde 1560. Miles de devotos convergen cada año en el Santuario del Señor del Hospital en Salamanca para venerar la venerada imagen del Cristo Negro. Esta procesión, que coincide significativamente con la Semana Santa, rememora la llegada de la escultura, la cual, según la tradición local, inclinó su cabeza un Martes Santo como señal de su voluntad divina de permanecer en ese lugar específico.
La venerada figura del Cristo Negro, meticulosamente elaborada en 1543 en Pátzcuaro, Michoacán, utilizando la ligera pero resistente caña de maíz, posee una altura de 1.80 metros y un peso de tan solo 13 kilos. Cada Martes Santo, en un acto de profunda devoción, el Cristo es descendido de su nicho habitual y colocado frente al altar principal para recibir la fervorosa veneración de los miles de fieles que acuden a rendirle homenaje.
Estas profundas celebraciones, intrínsecamente ligadas al sentir de los habitantes de Guanajuato, son un claro reflejo de la esencia misma del estado: una rica amalgama de fervor religioso, una destacada creatividad artesanal y un fascinante sincretismo cultural que entrelaza el pasado con el presente en expresiones vivas de una identidad única. Guanajuato, a través de estas tradiciones arraigadas, no solo fortalece su valioso legado histórico, sino que también enaltece la inmensa riqueza cultural de México, ofreciendo al mundo una ventana a su alma festiva y devota.