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Genio y figura/Francisco Buenrostro
Por Mtro. Carlos Enrique Rivera Cordero, Director de Comunicación y Enlace
Universidad de Guanajuato
El 24 de febrero se acerca y, como cada año, la conmemoración del Día de la Bandera pasará desapercibida para la mayoría de los jóvenes. Lo que antes era un símbolo de identidad y unidad nacional, hoy es apenas un recordatorio en los calendarios escolares, muchas veces opacado por la expectativa de un puente vacacional.
¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué los símbolos patrios han perdido su peso en la conciencia social?
Causas del debilitamiento del civismo en México
Uno de los factores clave ha sido la reducción del civismo en los planes de estudio.
Durante años, la educación en México incorporó la formación cívica y ética como una materia fundamental para el desarrollo de ciudadanos responsables. Sin embargo, las reformas educativas han ido desplazando esta enseñanza en favor de otras materias consideradas más “prácticas” o alineadas con las tendencias globales.
Hoy en día, la formación cívica se imparte de manera superficial, sin la profundidad necesaria para inculcar valores de identidad y responsabilidad social.
Otro problema es la desaparición progresiva de las ceremonias cívicas. Antes, los lunes eran días de honores a la bandera, los desfiles patrios eran un orgullo comunitario y las escuelas inculcaban el respeto a los símbolos nacionales.
Ahora, muchas de estas prácticas han sido eliminadas o han perdido su solemnidad, reducidas a actos protocolarios sin verdadero significado para los estudiantes.
A esto se suma la influencia de la globalización y las redes sociales. Las nuevas generaciones están más expuestas a una cultura internacionalizada, donde los valores nacionales compiten con tendencias de entretenimiento, consumo y estilos de vida ajenos a su propia identidad.
Las plataformas digitales, que podrían ser una herramienta poderosa para difundir valores cívicos, se utilizan mayormente para el ocio y la superficialidad, dejando poco espacio para la reflexión sobre el sentido de pertenencia y el compromiso con el país.
Impacto en la juventud
La falta de educación cívica tiene consecuencias preocupantes. Los jóvenes desconocen su historia, su cultura y sus deberes como ciudadanos, lo que genera una desconexión con la realidad nacional. Esta apatía se traduce en menor participación en actividades comunitarias, escaso interés en la política y una creciente indiferencia hacia los problemas sociales que afectan a México.
Además, el debilitamiento del civismo repercute en la cohesión social. Sin una identidad nacional fuerte, es más difícil fomentar valores como el respeto, la solidaridad y el sentido de comunidad. La falta de educación cívica también influye en la pérdida de confianza en las instituciones, lo que puede llevar a una actitud de desinterés y escepticismo hacia el Estado y sus símbolos.
¿Cómo revertir esta crisis de identidad nacional?
Para recuperar el civismo en México, es necesario actuar en varios frentes. El sistema educativo debe reintegrar la formación cívica con un enfoque renovado y dinámico, que permita a los estudiantes comprender la importancia de los símbolos patrios y su rol en la sociedad. No se trata de repetir discursos patrióticos vacíos, sino de generar un sentido genuino de pertenencia y compromiso.
Asimismo, es crucial rescatar las ceremonias cívicas y modernizarlas. Estas no deben ser actos burocráticos, sino espacios de reflexión y orgullo nacional. Se pueden incorporar herramientas tecnológicas y narrativas innovadoras para conectar con los jóvenes de manera efectiva.
Las redes sociales, lejos de ser un obstáculo, pueden convertirse en una poderosa herramienta de difusión del civismo. Es necesario crear contenido atractivo y educativo que refuerce la identidad mexicana, destacando la riqueza cultural, histórica y social del país. Influencers, creadores de contenido y medios digitales tienen un papel clave en esta tarea.
Finalmente, es responsabilidad de todos fomentar el civismo desde casa y la comunidad. La educación cívica no debe depender exclusivamente de las escuelas; las familias, los medios de comunicación y las instituciones gubernamentales deben trabajar en conjunto para fortalecer los valores de identidad nacional.
Si no tomamos medidas ahora, corremos el riesgo de perder una parte fundamental de nuestra esencia como nación. La Bandera de México es más que un estandarte tricolor; es un símbolo de nuestra historia, nuestras luchas y nuestros valores. Recuperemos su significado antes de que sea completamente olvidado.