
El papa Francisco y la educación/Carlos Enrique Rivera Cordero
Vale la pena detenerse en el reciente mensaje de Donald Trump: “Felices Pascuas a todos, incluyendo a los lunáticos de la izquierda radical que luchan y conspiran con tanta fuerza para traer de vuelta a nuestro país a asesinos, capos de la droga, presos peligrosos, enfermos mentales, conocidos pandilleros de la MS-13 y maltratadores de esposas. Felices Pascuas también a los jueces y agentes del orden débiles e ineficaces que permiten que continúe este siniestro ataque contra nuestra nación, ¡un ataque tan violento que jamás será olvidado! El soñoliento Joe Biden permitió deliberadamente que millones de criminales entraran a nuestro país, sin ningún tipo de control ni verificación, mediante una política de fronteras abiertas que pasará a la historia como el acto más calamitoso jamás perpetrado contra Estados Unidos. Él fue, por lejos, nuestro PEOR y más incompetente presidente, un hombre que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Pero a él, y a la persona que dirigió y manipuló el Auto Pen (¡quizás nuestro VERDADERO presidente!), y a todas las personas que HICIERON TRAMPA en las elecciones presidenciales de 2020 para que este idiota altamente destructivo fuera elegido, les deseo, con gran amor, sinceridad y afecto, ¡¡¡una muy Feliz Pascua!!! (traducción Google)”
Este texto, difundido durante la Semana Santa, revela más que una grosera provocación, refleja la pérdida del más elemental sentido del decoro y respeto. El odio y el insulto son moneda corriente, al igual que la manipulación deliberada de la verdad. Al amparo del prejuicio y del respaldo de un ánimo colectivo radicalizado por la polarización, Trump se asume con licencia para gobernar al margen de la legalidad, arrollando principios, instituciones y valores propias de la democracia norteamericana.
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