De la Generación Silenciosa a la Beta/Patricia Sánchez
México vive en el infierno de la inseguridad y violencia extremas. Se han normalizado a pesar de que las cifras son propias de guerra civil. Una atrocidad, y no menos la complacencia de autoridades y hasta de buena parte de la sociedad, acostumbrada ya a vivir en esa situación atroz. Es una realidad que la opinión pública carece del poder para sancionar a la autoridad por el desastre. Lo mismo ocurre con la sociedad; el mal gobierno gana elecciones y popularidad en medio de la tragedia. El voto o la opinión favorable es aval.
Las cifras y las noticias dan cuenta cotidiana de la circunstancia en muchas regiones del país. Se requiere un evento singular para que la opinión pública se conmueva, pero que sucede por momento, para regresar con inusitada rapidez a lo de siempre. Así sea la aterradora ejecución de un alcalde opositor recién electo de una de las capitales del país, el asesinato de un magistrado en ese mismo lugar o de unos turistas norteamericanos que después de una larga travesía por tierra de Chicago a Durango llegan a encontrar la muerte, seguramente por criminales que quisieron hacerse del vehículo en el que viajaban.
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