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CELAYA, Gto., 24 de abril de 2025.- La Universidad de Guanajuato (UG) se erige como un faro de la investigación académica, impulsando proyectos innovadores que buscan trascender los desafíos globales delineados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Un área de especialización que destaca por su impacto y relevancia es la biotecnología, un programa académico que florece en su Campus Celaya Salvatierra (CCS).
Desde este epicentro del conocimiento, se desarrollan investigaciones vanguardistas orientadas a las necesidades apremiantes de la región, abarcando la biotecnología de alimentos, la biotecnología agrícola y los bioprocesos.
En el ámbito específico de la biotecnología agrícola, una línea de investigación pionera se centra en fortalecer la resistencia de los cultivos frente a diversas formas de estrés. Este esfuerzo se materializa a través del estudio de moléculas denominadas elicitores, agentes que tienen la capacidad de estimular las defensas naturales inherentes a las plantas.
La doctora Laura Mejía Teniente, investigadora y profesora de la UG que lidera este proyecto en colaboración con el estudiante Raúl Antonio García Martínez, profundiza en el mecanismo de acción de estas moléculas. Según la Dra. Mejía, estos elicitores funcionan de manera análoga a una vacuna para las plantas, dotándolas de la capacidad para defenderse de enfermedades causadas por patógenos como virus, hongos y bacterias.
“Las plantas poseen sofisticados sistemas de reconocimiento. Nuestro trabajo consiste en estimular o inducir estos sistemas para que las plantas activen respuestas moleculares, bioquímicas y metabólicas que les permitan protegerse ante diversos tipos de estrés biótico”, puntualizó la académica.
La amenaza que representan los virus para la producción agrícola es significativa, con el potencial de mermar las cosechas de manera considerable. En este contexto, la Dra. Mejía subraya la crucial importancia de esta línea de investigación: “El hecho de que estemos investigando cuáles son aquellas moléculas capaces de estimular la capacidad de autodefensa de las plantas contra estos agentes biológicos y otros microorganismos reviste una pertinencia y una importancia superlativa”.
El cultivo de jitomate es el foco principal de esta investigación, una hortaliza que, según la Planeación Agrícola Nacional 2017-2030 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación del gobierno de México, representa un 3.46% del Producto Interno Bruto (PIB) agrícola nacional y un significativo 22.55% de la producción total de hortalizas. Adicionalmente, esta planeación destaca a México como el principal proveedor mundial de jitomate, ostentando una participación del 25.11% del valor de las exportaciones globales en el mercado internacional.
Con esta clara pertinencia en el panorama agropecuario, el objetivo primordial de este proyecto de investigación es robustecer la productividad agrícola frente a los efectos adversos del cambio climático. Al ser estimuladas por los elicitores, las plantas desarrollan una mayor tolerancia a factores de estrés abiótico, tales como las sequías prolongadas o la salinidad creciente de los suelos, problemáticas que impactan la producción en diversas regiones.
“En la actualidad, y como consecuencia directa del cambio climático, observamos un déficit preocupante en la producción agrícola. Esto se debe a las diversas alteraciones ambientales que hemos estado experimentando y a las cuales las plantas también son inherentemente susceptibles”, explicó la Dra. Mejía. “Con este proyecto, aspiramos a proporcionar una herramienta valiosa que permita estimular la resistencia o la tolerancia de las plantas ante estos desafíos”.
Esta investigación se lleva a cabo en estrecha colaboración con el Dr. Jesús Rubén Rodríguez Núñez, profesor e investigador del Programa de Ingeniería en Biotecnología de la División de Ciencias de la Salud e Ingenierías del CCS, así como con la activa participación de la comunidad estudiantil. El Dr. Rodríguez Núñez enfoca su trabajo en la innovación de nuevos materiales y productos basados en quitosano, un polímero biodegradable obtenido de la quitina, un polisacárido abundante en la cascara de camarón.