
Huachicol: imparable/Jorge Robledo
Es verdad que hay personas que sienten que se salen con la suya, que cometen ilegalidades y de cualquier modo consiguen lo que querían. Pero a veces las cosas son tan evidente que aunque la justicia no llegue a buen puerto, las personas no olvidamos.
Tal es el caso del personaje y su equipo que solaparon que en vez de medicamento inyectaran agua a niños con cáncer, traicionando la confianza de los ciudadanos que creyeron en él y cuya esposa escribía en sus libretas que “merecía abundancia” pero esa que no requiere trabajo arduo ni inteligencia, sino aquella que se da fácil, la abundancia que al final termina condenando a las almas que se benefician de ella a costa del perjuicio a los demás, o el caso de la familia de señores con puestos políticos que vendieron la certeza jurídica que nos daba tener funcionarios de carrera judicial en nuestro país, evitando politizar y debilitar al poder judicial.
Los vende patrias que comparten el mismo apellido y que hoy en día pasean por Europa representando al veneno de la impunidad en México.
Todo esto para terminar con el caso más reciente de impunidad, un nombramiento para representar a México en un organismo internacional de la salud, en este punto seguramente ya saben a quien me refiero, el doctor que fue responsable de manejar la pandemia del COVID en México que nos costó muchas vidas que se pudieron haber salvado, el doctor que prefirió lealtad política que lealtad humana, el que minimizó la gravedad del asunto solo para quedar bien con su jefe en turno, quien por cierto al principio decía que no usáramos cubre bocas y que el detente nos iba a proteger, me refiero a ese doctor que si se enfermaba si iba a tener acceso a atención médica y sabiendo que el tema nos iba a sobrepasar no hizo nada por alertarnos, advertirnos, protegernos, el cual no solo era su deber moral como medico sino su deber jurídico como encargado del tema de salud en México, prefirió callar, cuidar su puesto, sacrificarnos a los demás a cambio de proteger sus intereses personales, y si, hoy eso le reditúa frutos con una representación internacional pero el “pueblo bueno”, como les gusta llamarnos, no olvidamos su nombre y no olvidamos su negligencia, por eso ni hoy ni nunca aplaudiremos ni respaldaremos que se siga ostentando como un héroe, por qué en esta historia quedó como villano. Se pueden salir con la suya y engañar a los demás pero para nosotros, los mexicanos, siempre serán lo que son. Traidores.