Genio y Figura/ Francisco Buenrostro
Acaba de celebrarse la fiesta de fin de año de TV4 Guanajuato, medio en el que orgullosamente presto mis servicios desde hace cerca de 7 años.
Hubo magníficas viandas, variados sorbos etílicos, bailongo y excelentes regalos: viajes a la playa y pantallas entre los más codiciados. Yo, como de costumbre, me llevé un muy útil regalo, pues me da miedo que el día que me saque pantalla o viaje ocurra un terrible cataclismo.
Todo lo poco que tengo en esta vida me ha costado un buen de trabajo, pues para eso de las rifas, sorteos, tómbolas, loterías y demás estoy casi totalmente negado.
Y digo casi, porque “la excepción confirma la regla” y esa se dio en 1981.
Yo cubría entonces la fuente de Presidencia y me había convertido en la sombra del ejecutivo, por instrucción precisa de mi jefe en Grupo Acir nacional, Teodoro Rentería Arróyave.
Así lo hice, casi casi lo acompañaba hasta al baño. Pero sucedió que, en una de tantas giras, el mandatario decidió adelantarse al equipo de prensa que regularmente viajábamos con él y se marchó anticipadamente.
Junto con todos mis compañeros -menos una- me quedé en la sala de prensa a pasar mi información, pero ¡oh fatalidad! La reportera de Excélsior, Isabel Zamorano, acompañó a Jolopo hasta la escalerilla del avión. No le sacó nada nuevo, pero ahí estuvo.
Con recortes, testimonios, notas y grabaciones le demostré a mi director que era un chacaleo inútil porque le dijo exactamente lo mismo que declaró a lo largo del día. El daño, sin embargo, ya estaba hecho.
Me suspendió quince días, “por no estar pendiente a mi fuente”.
Justo en el lapso de mi suspensión, se realizó el sorteo de los reporteros que irían a cubrir los juegos Universitarios Mundiales de Bucarest 1981, en Rumania.
Acudí porque la Subsecretaría del Deporte era mi fuente y porque ni modo que me pasara 15 días encerrado en mi cueva.
Al llegar a la reunión-sorteo, le comenté a mi “hermanita” Rosalinda Coronado: “Tengo tan mala suerte que me lo voy a sacar, estoy suspendido”.
Palabras proféticas, el primero que salió de la urna, fue mi nombre. En lugar de sonreír casi lloré y más cuando todos los siguientes que salieron eran mis súper cuates: Rosalinda Coronado, Anita Robles, Edmundo Ruiz, Gerardo Mendoza, José Manuel Zaragoza, Alejandro Lara, Toño de Valdés, entre ellos.
Todo se convirtió en alegría y planes y el único de “cabeza olmeca” era yo. Me fui a la estación y le entregué al director la contraseña que me dieron:
-Es un viaje a Europa para Grupo Acir, le dije.
-Ahí déjalo. me contestó cortante.
Convencido de mi malfario, me recluí ahora sí varios días en mi depa, hasta terminar mi suspensión.
En mi regreso a la chamba, al pasar temprano por mi orden de información, me encontré a don Teo:
-¿Por qué no ha llevado su pasaporte a la Subsecretaría? -me increpó.
-Ya salen pasado mañana y usted es el único que falta.
Yo, con cara de what, no sabía ni qué contestarle, pero…
Salí hecho la mocha por mi documento para llevarlo a la dependencia que me lo requería. La gira a Rumania merece varias crónicas que ya les presentaré. Esa ha sido LA MEJOR MALA SUERTE de mi vida.