
La locura del Rey
La decisión del Gobierno de la presidenta Sheinbaum y del Gobierno del Estado de México de instaurar el Mando Único de Seguridad en el Oriente del Estado de México no es una ocurrencia política ni una medida cosmética, sino una respuesta estructural a un fenómeno de desgobierno, corrupción e impunidad que durante años ha incubado la violencia y la criminalidad en la región más densamente poblada y más castigada de la entidad.Los municipios incluidos en este nuevo esquema —como Ecatepec, Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Chalco, Ixtapaluca, Chicoloapan y Valle de Chalco— concentran más del 50 % de los delitos registrados en todo el Estado de México.
El colapso del orden institucional, sumado al crecimiento urbano descontrolado, al desempleo juvenil y a la descomposición de las policías municipales, ha convertido a esta región en un infierno cotidiano para millones de habitantes.
Durante décadas, los cuerpos de seguridad en varios de estos municipios se transformaron en estructuras cooptadas por intereses políticos, caciquiles y criminales, donde la policía, lejos de ser un garante de legalidad, se convirtió en parte del problema.
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