
El Club León ante la incertidumbre jurídica/Paulino Lorea
Sin internet y con datos sacados de enciclopedias anuales, era más que difícil hacer crónicas ricas en datos de interés, capaces de mantener cautivo al público televidente.
Un maestro en la materia era don Fernando Marcos González, miembro de la muy vieja escuela de la crónica deportiva.
Hablaba con toda la autoridad de alguien que a lo largo de su vida fue futbolista, árbitro, entrenador, cineasta y periodista deportivo.
Amaba al periodista nato y estaba en contra de quienes decidimos estudiar la carrera que en sus inicios en la UNAM se llamó Periodismo y Comunicación Colectiva.
-El periodista nace, no se hace- decía.
Y aunque muchos coincidíamos en su apreciación, sosteníamos que si alguien había nacido periodista, ningún daño le iba a hacer pasar por la Universidad.
En los años 70, a él le tocó atestiguar en radio y televisión, el final del imperio de los grandes locutores profesionales.
Llegaron todo tipo de voces: tipludas, estentóreas, nasales, aguardentosas, cavernosas y hasta cascadas, entre otras.
De pronto las estaciones de radio comenzaron a llenarse de jóvenes informadores, llenos de ímpetu, egresados de Universidades y Escuelas de periodismo.
Ante todo ello, el maestro Marcos se refugió en el reducto de la enseñanza para quienes en algún momento fuimos sus alumnos en la práctica diaria.
-Estudien, prepárense, lean, busquen datos para enriquecer sus crónicas y nunca sean del montón- nos recomendaba.
Y predicaba con el ejemplo en sus extraordinarias narraciones de los desfiles de atletas de varios Juegos Olímpicos que narró.
Nos daba ubicación, moneda, sistema político, económico y hasta atractivos de países que ni siquiera sabíamos que existían.
Era un amo del contexto, cualidad que hoy está en peligro de extinción.