¡Bienvenido Roberto Tamayo a Quadratín!
La intimidación de Donald Trump con imponer aranceles a las importaciones obliga a los gobiernos a buscar términos de entendimiento con un país que recupera su condición de imperio, esto es, someter a los demás a partir de su hegemonía militar y económica. Tiene todo para hacerlo y prueba de eso fue la humillante derrota del presidente colombiano Gustavo Petro, un acontecimiento que a todos afecta y ratifica el oprobio de la imposición. La igualdad entre los estados es doctrina, de poco valor en la realidad y menos ante un gobierno resuelto a desentenderse de cualquier límite sea la ley, su propia Constitución o los acuerdos entre naciones.
México está en un serio problema porque es el país más dependiente de EU. No hay espacio para la confrontación, que entendió bien López Obrador y decidió llevar en los mejores términos posibles la relación con los presidentes Trump y Biden. En buena parte lo logró, aunque las concesiones no fueron menores e igualmente humillantes, como el despliegue de fuerzas armadas y de la guardia nacional para contener a los migrantes. Para efectos prácticos se hizo propia la idea de criminalizar al migrante, situación de tiempo atrás y de siempre negocio de funcionarios corruptos, ahora transformada en industria por el número de personas con estancia irregular en el país.
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