
Los aranceles y las mujeres/Patricia Sánchez
El tiempo confirma lo señalado desde hace tiempo en este espacio. No entienden a Trump porque sus interlocutores asumen que es un personaje transaccional en búsqueda de concesiones a partir de amenazas, que se le puede ganar terreno porque no llegaría a tanto como dice. Se han equivocado. No entienden a Trump. Lo ha hecho México, los gobiernos europeos y, desde luego, el presidente de Ucrania Zelensky. Para Trump nada es suficiente porque su objetivo es otro y si en el camino obtiene ventaja, mejor. Es un personaje de ideas fijas y una de ellas es que hay que doblar a todo interlocutor. Es un personaje profundamente antidemocrático e iliberal, conservador dispuesto a destruir lo existente porque tiene la certeza de que es contrario a sus creencias.
No sólo se trata de jugar con la cabeza fría, que es mucho mejor que aventurarse a convencerlo o a enfrentarlo. Entender a Trump significa prepararse para lo peor, no para vivir en la negación de la amenaza que representa y después padecer las consecuencias del autoengaño. La presidenta Sheinbaum ha hecho un esfuerzo sin precedente para complacerle y de él ha ganado respeto, pero junto al reconocimiento viene el golpe.
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