
Shakira se declara mexicana de corazón y fan de la lucha libre
Desde que aprendió a caminar, amó el baile. Nunca aspiré a ser una estrella, solamente deseaba bailar, decía
MUERE YOLANDA MONTEZ TONGOLELE, A LOS 93 AÑOS
Yolanda Montez Tongolele fue mucho más que una figura icónica del cine y el teatro mexicano; con los años, se volvió para mí una amiga entrañable. Gracias al maestro Raúl Anguiano y a su esposa Brigitta, forjamos una amistad que nos llevó a disfrutar momentos inolvidables. Tuve la oportunidad de pasear con ella, de su brazo, por las calles de la Ciudad de México y de frecuentar algunos restaurantes. Mientras caminábamos o nos sentábamos a la mesa, la gente la reconocía y se acercaba con simpatía para saludarla o tomarse una foto, algo que ella siempre recibía con calidez. Junto a la periodista Norma Inés Rivera y el fotógrafo Antonio Caballero, la entrevistamos por primera vez en su hogar de la colonia Condesa. Su generosidad como entrevistada fue notable, y las fotografías tomadas en esa ocasión se convirtieron en un valioso testimonio de su trayectoria. Fue una mujer brillante que enfrentó serios desafíos de salud, incluida la lucha contra el olvido, algo que nunca divulgamos por respeto a sus hijos y nietos, con quienes encontró refugio y cuidados en Puebla. Lamentamos su partida y, al mismo tiempo, preservamos la memoria de una vida dedicada al arte y a los espectáculos. Esta es la franca charla con la mítica exponente del erotismo enigmático y pionera de las bailarinas exóticas en México, donde reseñó su temprana afición por la danza, su llegada a nuestro país y su incursión en la pintura y la escultura, pasiones que la mantuvieron vigente hasta el final de su vida activa. En distintos lugares del mundo aún se le rinde homenaje. Sus admiradores la identifican no sólo por el mechón blanco característico, sino también por sus sensuales movimientos de cadera, que en su momento llegaron a escandalizar a las conciencias más conservadoras.
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