Hablando en serio/Santiago Heyser Beltrán
La Educación Como Antídoto: Cómo las Universidades Pueden Forjar el Camino Hacia la Paz en México
La violencia que azota a México en los últimos días, con episodios desgarradores como los ocurridos en Querétaro, Guanajuato y otras regiones del país, no solo es un recordatorio de la fragilidad de nuestra convivencia social, sino también un llamado a la reflexión y la acción. En un contexto donde el miedo, la desconfianza y el dolor parecen dominar las noticias, es fundamental reconocer que las Universidades, y en particular los profesores en las aulas, tienen un papel crucial en la desarticulación de la violencia y la construcción de una Cultura de Paz.
Las Universidades son más que instituciones académicas; son espacios de formación integral donde se transmiten conocimientos, pero también valores. En este sentido, el trabajo de los profesores es esencial. Cada lección no solo es una oportunidad para enseñar ciencia o humanidades, sino también para cultivar en los estudiantes habilidades fundamentales como el diálogo, la empatía y la resolución de conflictos. Desde las aulas, los docentes moldean a generaciones de jóvenes que serán los futuros líderes, profesionales y ciudadanos de nuestra sociedad. Por eso, su labor va más allá de la transmisión de conocimientos: se trata de formar seres humanos capaces de convivir en armonía y contribuir al bienestar común.
La Universidad de Guanajuato (UG) ha demostrado un compromiso activo con la promoción de la Paz, entendida no solo como la ausencia de violencia, sino como un proceso dinámico de construcción de valores y convivencia. Iniciativas como su participación en encuentros interdisciplinarios, proyectos educativos sobre resolución de conflictos y el fomento de actividades culturales son ejemplos de cómo esta institución trabaja para tejer una red de entendimiento y respeto mutuo en un entorno marcado por la violencia. Además, el énfasis de la UG en la mediación y la justicia restaurativa como herramientas para transformar conflictos es una muestra de que la educación puede ser el camino hacia una sociedad más justa y pacífica.
Pero este trabajo no puede ser exclusivo de una institución. Todas las universidades tienen el deber de ser faros de esperanza en medio de la incertidumbre. Promover la inclusión, la tolerancia y el pensamiento crítico no es una tarea opcional; es una necesidad imperativa en el México actual. La educación no es la solución inmediata a la violencia, pero sí es una herramienta poderosa para prevenirla y transformarla a largo plazo.
En estas fiestas decembrinas que se avecinan, cuando las familias se reúnen para compartir momentos especiales, es necesario reflexionar sobre el tipo de sociedad que queremos construir. Así como en los hogares se siembran los valores básicos de respeto y amor, en las Universidades se forjan las herramientas para que esos valores florezcan en la vida pública. Los estudiantes que aprenden a dialogar, a comprender las diferencias y a resolver problemas pacíficamente, serán los adultos que lideren el cambio hacia un México más seguro y solidario.
Que este cierre de año sea una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la Paz desde todos los frentes: la familia, las aulas, las comunidades y las instituciones. Las Universidades, como espacios de conocimiento y reflexión, están llamadas a ser protagonistas en esta transformación. Y todos nosotros, desde nuestros distintos roles, podemos aportar para que la Paz no sea solo un ideal, sino una realidad palpable en cada rincón del país.
Construir la Paz no es una tarea sencilla ni rápida, pero es un camino que debemos recorrer juntos, con convicción y esperanza. El México que soñamos comienza con lo que enseñamos, promovemos y practicamos hoy.