Hablando en Serio/Santiago Heyser Beltrán
Derechos Humanos en las Aulas: Un Imperativo Nacional
Cada 10 de diciembre, el mundo conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos, una fecha que nos recuerda la importancia de garantizar las libertades fundamentales de todas las personas. En México, esta celebración adquiere una relevancia especial en el contexto educativo, pues las aulas no solo son espacios para la transmisión de conocimientos, sino también escenarios donde deben prevalecer el respeto, la equidad y la justicia. Sin embargo, la realidad nos confronta con situaciones preocupantes: casos de discriminación, acoso y violencia que lamentablemente se siguen registrando en planteles educativos de todos los niveles.
Las Universidades y escuelas de México tienen un doble papel: no solo deben educar en derechos humanos, sino también garantizar que estos se vivan y respeten en cada rincón de sus instituciones. La Universidad de Guanajuato (UG), trabaja todos los días con un compromiso firme para posicionar los Derechos Humanos como eje central de sus políticas y actividades institucionales. Este año, durante la conmemoración de este día, reafirmó su compromiso al enfatizar que “los derechos humanos se viven, se respetan y se defienden”.
Sin embargo, no basta con declaraciones y buenas intenciones. La realidad exige acciones concretas y sostenidas para que las escuelas y universidades dejen de ser lugares donde ocurran actos que vulneran estos derechos. Según datos recientes, los casos de acoso, discriminación y violencia en el entorno educativo son alarmantes. Estos sucesos no solo afectan a las víctimas, sino que erosionan la confianza en las instituciones y limitan el potencial de desarrollo de estudiantes y docentes.
Es urgente que los Derechos Humanos sean parte esencial del ADN de nuestras instituciones educativas. Esto implica diseñar e implementar estrategias que garanticen entornos libres de violencia y discriminación. Debemos asegurarnos de que los protocolos para atender violaciones a los derechos humanos sean efectivos, que las denuncias sean escuchadas y pero sobre todo atendidas, y que exista un acompañamiento para cada una de las víctimas. Pero también debemos ir más allá: las universidades y escuelas deben convertirse en semilleros de una Cultura de Paz, donde cada estudiante y docente sea promotor de un entorno de respeto y equidad.
La educación no se trata solo de formar profesionistas competentes; también se trata de formar ciudadanos comprometidos con su entorno. Las aulas son espacios privilegiados para construir una sociedad más justa y pacífica, pero esto solo será posible si colocamos los Derechos Humanos en el centro de nuestras prácticas educativas. En este sentido, el papel de las universidades es crucial.
Al acercarnos al cierre del año, es momento de reflexionar sobre el tipo de entornos educativos que queremos construir en México. Es imperativo que todas las universidades y escuelas del país trabajen juntas para erradicar la violencia y garantizar que los Derechos Humanos sean una realidad vivida por todas las personas que forman parte de la comunidad educativa. Porque, al final del día, los derechos humanos no son abstractos: se construyen, se viven y se defienden todos los días, en cada acción y decisión que tomamos.
Las aulas deben ser espacios de esperanza, no de miedo; de aprendizaje, no de opresión. Y todos, como sociedad, tenemos la responsabilidad de garantizarlo. Que este Día Internacional de los Derechos Humanos sea el inicio de un compromiso renovado con los valores que nos unen como humanidad y que, en las aulas de México, prevalezcan siempre la dignidad, la justicia y la paz.